jueves, 30 de diciembre de 2010

Dulce y Calórica Navidad

Navidad. Las viejas tradiciones han muerto, ya sólo queda consolarnos con las lucecitas de colores de los escaparates y con grandes dosis de chocolate, turrones, y cenas grandilocuentes de esas que dejan comida para los tres días siguientes. Ello ofrece nuevas motivaciones con las que entretenernos el mes de Enero -aparte de los consabidos "proyectos-para-el-nuevo-año-en-que-prometo-dejar-atrás-todas-mis-malas-costumbres-y-convertirme-en-una-persona-de-provecho"-: ponernos a dieta y perder los kilos acumulados, mientras los operarios de los ayuntamientos retiran la decoración lumínica navideña y los escaparates dejan de estar invadidos por los colores rojo, verde y dorado. 
¡Hasta el próximo año!
Luchando contra el irresistible poder del vacío navideño he creado mis propias tradiciones espirituales. En estos tiempos confusos en que los pesebres y las mulas están pasadas de moda, mi espíritu navideño resucita de la gris niebla con el visionado de otro niño inocente que cargará con un gran destino, Frodo Bolsón. Desde hace dos años todas las navidades me trago la Trilogía del Señor de los Anillos para refrescar y alimentar a mi pobre espíritu con arquetipos ideales de bondad, humildad, honor, compañerismo y heroicidad, y así comenzar el nuevo año con una visión clara de lo que quiero, aspiro y deseo experimentar en mi vida.
Claro que vivo en un lugar en el que el canal CNN+ ha cerrado sus puertas por no lograr beneficios y ha sido sustituido por el "Gran Hermano 24 horas", lo que me hace plantearme si estos esfuerzos navideños valen la pena.   





jueves, 9 de diciembre de 2010

Rebeldes

-Carrera de ratas, ese es un nombre perfecto para esto -dijo-. Siempre estamos en marcha, yendo y viniendo sin preguntar nunca adónde. ¿Has oído alguna vez eso de tener más de lo que quieres? ¿De manera que no puedas desear nada y entonces empiezas a buscar algo distinto que desear? A mí me da la impresión de que siempre estamos en busca de algo que nos satisfaga, y no lo encontramos jamás. Quizá si dejáramos a un lado nuestra frialdad, entonces sí podríamos.
(Sherry Valance -niña rica- a Ponyboy -niño pobre-).
Releyendo "Rebeldes" de Susan E. Hilton (1967). En comparación con "El Club de la Lucha" o "Trainspotting" suena encantadoramente ingenuo, como si  estuviera escrito por una joven adolescente soñadora y romántica. Ah, espera... es que fue escrito por una joven adolescente (17 años) soñadora y romántica.
Les gustaban los Beatles y pensaban que Elvis Presley estaba fuera de onda, y nosotros creíamos que los Beatles eran de lo más fétido y que Elvis era guay, pero esa parecía ser, en mi opinión, la única diferencia.
*risita maternal* delincuentes tipo West Side contra East Side que leían "Lo que el viento se llevó" mientras se escondían de la policía. Hoy en cambio tenemos el retrato de delincuentes tipo "The Wire", "Soprano", etc, un pelín más salvajes, un pelín menos románticos, un pelín más sórdidos. C'est la vie!

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Curioseando

Tarde soporífera en las aulas de informática. Este profe es un artista -fotógrafo- pero como motivador de mentes ajenas todavía le queda. En el escritorio del ordenador leo el nombre de un archivo: "Nos da miedo pensar".

El ser humano teme al pensamiento más de lo que teme a cualquier otra cosa del mundo; más que la ruina, incluso más que la muerte.
El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y terrible. El pensamiento es despiadado con los privilegios, las instituciones establecidas y las costumbres cómodas; el pensamiento es anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la sabiduría del pasado.
Pero si el pensamiento ha de ser posesión de muchos, no el privilegio de unos cuantos, tenemos que habérnoslas con el miedo. Es el miedo el que detiene al ser humano, miedo de que sus creencias entrañables no vayan a resultar ilusiones, miedo de que las instituciones con las que vive no vayan a resultar dañinas, miedo de que ellos mismos no vayan a resultar menos dignos de respeto de lo que habían supuesto.
¿Va a pensar libremente el trabajador sobre la propiedad? Entonces, ¿qué será de nosotros, los ricos? ¿Van a pensar libremente los muchachos y las muchachas jóvenes sobre el sexo? Entonces, ¿qué será de la moralidad? ¿Van a pensar libremente los soldados sobre la guerra? Entonces, ¿qué será de la disciplina militar?
¡Fuera el pensamiento!
¡Volvamos a los fantasmas del prejuicio, no vayan a estar la propiedad, la moral y la guerra en peligro!
Es mejor que los seres humanos sean estúpidos, amorfos y tiránicos, antes de que sus pensamientos sean libres. Puesto que si sus pensamientos fueran libres, seguramente no pensarían como nosotros. Y este desastre debe evitarse a toda costa.
Así arguyen los enemigos del pensamiento en las profundidades inconscientes de sus almas. Y así actúan en las iglesias, escuelas y universidades.
Bertrand Russell: «Principios de Reconstrucción Social». Londres (1916)

Bueno, al final no malgasté del todo la tarde gracias al señor Russell (y al estudiante que dejó ahí colgado el archivo).

sábado, 6 de noviembre de 2010

Reflexiones paradisíacas

El gran debate hoy día acerca del arte, es el arte mismo. ¿Qué es arte? Hay quien dice que ya está todo inventado, el arte se ha liberado de sí mismo, de todo límite o concepto, arte ya no es "lo bello", puede ser cualquier cosa, una vaca hecha pedazos, un cubo de basura, un experimento anecdótico. Arte es lo que el artista decide que es.
El arte es la corriente de un río que varía de forma, estilo y concepción dependiendo del terreno histórico que le corresponde atravesar.
Sin embargo hay cosas que no cambian.
Desde el hombre del neolítico hasta el ciudadano de una gran polis griega en la era clásica, atravesando el tiempo a la velocidad de la luz hasta llegar a mí (masas y masas de seres humanos de realidades, mentalidades, civilizaciones y geografías muy diferentes, acumulándose en una gran pirámide) imaginad todos esos ojos tan distintos,  contemplando, sentados, una obra, y decidiendo, desde dentro, que es arte. Imaginad lo difícil que es poner de acuerdo a tanta gente, a la humanidad entera como especie. Y es algo tan simple que ha venido sucediendo todos los días desde que el mundo es mundo, que se repite constantemente sin caer, por ello, en lo reiterativo o en el vacío de significado. ¡Un simple atardecer!

sábado, 23 de octubre de 2010

Pan de gambas, alimento para el cerebro

Hoy el olor del aceite frito me ha recordado al pan de gambas del restaurante chino y he pensado que hace milenios que no como comida china. Soy una adicta a la comida china; en realidad, a cualquier cosa que sea exótica, en cualquier ámbito posible, culinario, cultural, filosófico, blablabla. Dadme exotismo y seré tan feliz como una perdiz. Quizá tengo un gen, el gen (conocido tal vez como el gen de la búsqueda inconstante o la insatisfaccion permanente) predispuesto a preferir lo exótico a lo cotidiano -a pesar de lo cual he de reconocer que también me gusta la paella de arroz y el jamón serrano, tan típicamente españoles-. Pero no sé, los rollitos de primavera,  las playas de Hawai, la ciudad de Samarkanda o el recuerdo brillante y reconfortante de aquel pequeño tugurio de Berlín donde olía a curry y comí arroz a las seis de la tarde después de  haber pasado toda la mañana metida en la Ciudad de los Museos, tienen un atractivo especial para mí. 
Igual que si fantaseo con islas coralinas del Pacífico o sabanas africanas, o bosques canadienses o montañas escocesas, o desiertos arábigos. ¿Por qué no me da por fantasear, no sé, pongamos, con Asturias patria querida, o Huelva, o la Sierra de las Nieves? baaaaaaah, son tan cotidianos y reales. Podría ir mañana mismo a todos ellos y visitarlos, y ¿entonces? ya no podrían formar parte de mi fantasía. 
Soy adicta a los imposibles para así no tener que enfrentarme a la posibilidad de una realidad manifiesta que pueda defraudarme. Soy como Platón en su caverna de las ideas, donde las mesas y las sillas son solo conceptos, sombras sin cuerpo físico, tan ideales y arquetípicas. Sin flecos ni desperfectos, porque al carecer de materia las ideas son puras y no destiñen en la lavadora, ni se erosionan ni estropean, como la nariz de la gran Esfinge.
Solo velo por tu seguridad, pequeña, para que la fantasía pueda continuar sin interrupciones. ¡Con lo bien que te lo pasas y lo mucho que te  diviertes!
Claro que también leí en algún lugar que en una vida pasada viví en alguna parte de Oriente Próximo y siempre sentiré unas ganas irrefrenables de volver. ¡Claro! en una vida pasada, yo viví en Petra, Jordania, en la ciudad escondida, y fumaba hachis con los beduinos, todo eso explica muchas cosas acerca de mi actual reencarnación.
Quizá algún día tenga la oportunidad de viajar a Petra y recuperar mi sentido de la cotidianeidad perdida y terminar así por acostumbrarme a ella, en vez de experimentar estos estados intermitentes de hurticaria cuando lo ordinario y toda su materialidad acechan y se oye el rumor de un bostezo universal. 

PD. Este cuento de Kafka me hace tan idióticamente feliz, no sé por qué.

El Híbrido

jueves, 30 de septiembre de 2010

Escribir cerrando los ojos

La eterna pregunta, ¿qué estoy haciendo? Decidir. Hacer. Revisar. Pero entonces decir “para”, y solo mirar. Dedos inseguros cogiendo el lápiz como si fuera el día del juicio final. Es la historia de mi vida. Me pregunto si he fracasado. Luego llego a casa, pienso en lo que he hecho, no es tan malo. No es genial, pero no es malo, y me digo que se acabaron las genialidades por ahora. Solo quiero aprender. No soy una alumna, soy alguien explorando una senda.”Relájate”. No soy un genio, solo soy esto, que es lo poquito que tengo, lo poco que vale la pena entrenar para el futuro. Lo que me hace sentirme bien. Y lo demás, lo que no cumpla ese objetivo, a la mierda.
Tengo que subir muchas escaleras para llegar a clase, pelearme con el reloj, sentarme y lograr callar al Cancerbero para poder hablar yo. Todo es un gran suspiro que sale desde el pecho, con un leve toque de angustia. ¿Seré capaz? Entonces recuerdo que estoy aquí porque quise, porque lo elegí, porque soy libre, y porque es un viaje. Y no importa nada más. Con el tiempo sólo hablaré yo desde el principio y él se callará. Esto solo es una toma de contacto. Un montón de desafíos mentales, y cuando me acostumbre de nuevo a la sensación de ser desafiada, entonces no habrá más dudas ni fruncimiento de ceño, sino un alzamiento de la ceja derecha, sonrisa retorcida y frotar las manos de pura anticipación. Un trapecio sin red de seguridad. Paso a paso. No mires al suelo y no caerás. Sólo sigue, ¡adelante! En guardia y pelea, enseña los dientes, o mejor, cierra los ojos y déjate llevar. Aprende como se hace, joder, que para eso estamos aquí y ahora. Mañana solo es una idea. 

sábado, 25 de septiembre de 2010

Los toros odian a los políticos, yo los desprecio

Amigo toro: 
Yo quisiera escribirle esta tonta carta. Ya sé que usted no puede leer, quizá, al menos la lengua escrita, pero sé que puede leer a pesar de todo con el corazón, como hacen todos los animales. 
Es decepcionante que haya humanos, más propiamente humanos de la calaña política, que consideren apropiado desterrar las corridas de toros por considerarlas inapropiadas del género humano civilizado al que creen pertenecer, pero que se permiten defender sus derivados: las fiestas taurinas, corre-nose-qué, o como se llame, porque en ellas el animal, o sea tú, no muere (al menos no es el objetivo que te mueras aunque a veces sea el resultado) y en las corridas de toros sí. Según su criterio limitarse a colgar bolas de fuego de tus cuernos y quemarte los ojos con ellos, o medio ahorcarte con cuerdas, o apalearte por las calles, o provocarte dolorosas fracturas -pero eso sí, sin matarte- es digno de proteger, y propio de una sociedad civilizada.  De nuevo porque tú no mueres. Por supuesto. Claro. No sé en que estaba yo pensando. Mis amados políticos defienden su derecho a mantener tradiciones ancestrales del lugar, porque las tradiciones ancestrales foráneas como las corridas de toros resultaban demasiado bárbaras y denigrantes para ti, así pues alégrate, ellos se contentan con atormentarte y torturarte un poco, nada más. ¿Por qué no se lo agradeces con un mugido?
Estos señores políticos tan finos y honorables, tan luchadores por los valores civilizados con los que se les llena la boca, con todas esas creencias humanitarias, blablabla, tan sinceros, tan éticos, tan tradicionalistas... a ellos me gustaría lanzarles un estoque y pedirles por favor, que la próxima vez tengan la altura de ser sinceros. Si lo único que les interesaba era proteger su puñetero derecho a decidir cuáles son las fiestas tradicionales de la tierra y cuáles no, por muy controvertidas que puedan ser, que lo digan con todas las letras del abecedario. Sean ustedes lo bastante dignos, tengan la mínima vergüenza y nivel moral de no llenarse la puta boca con el manido discurso de la defensa de los derechos de los animales, cuando resulta evidente que les importan una mierda y solo estaban jugando a sus estúpidos juegos de "ismos". Preguntémosle si no al señor toro si le parece que sus derechos como animal están siendo respetados o no al ser paseado por las calles y atormentado por humanos.
Vosotros políticos dais asco. Si se trata de los toros, hablad de los toros, si se trata de los "ismos", hablad de los "ismos", tened huevos y no enmascareis vuestras estúpidas motivaciones con banderas de derechos, humanismos y éticas que os quedan demasiado grandes.
Ay dios, qué bajo hemos caído.
Que se defienda el derecho o no a las fiestas es otro asunto. En mi humilde opinión las tradiciones cambian conforme cambia el hombre. Antiguamente también era "tradición" aceptada matar y torturar por ley, ya fuera crucificando personas, condenando vagabundos a galeras o quemando brujas vivas en una hoguera y a la vista de todos. En el Antiguo Testamento -ese libro tan majo- también se dice que los ciegos y tullidos no podrán estar en la Asamblea de Dios -sea eso lo que sea- y que el marido hace bien en golpear a sus hijos y mujer asiduamente para enseñarles disciplina. Hoy todo esto nos parecen aberraciones pero antes eran realidades cotidianas y aceptadas. Evolucionamos. Creamos, firmamos y ratificamos una Declaración de los Derechos Humanos que nos protege de esta clase de actos bárbaros. De igual manera existen hoy día unos Derechos de los Animales reconocidos por esos mierdecillas de políticos que se erigen como nuestros representantes. La ley dice que los animales no pueden ser torturados. Se pongan como se pongan los que defienden este tipo de "tradiciones" festivas, deben aceptar que van contra la ley y que si quieren ser consecuentes con la sociedad en la que viven y los valores civilizados que supuestamente abanderan, esas fiestas deben desaparecer.
¿Quién es el hombre para maltratar una vida animal únicamente por pura diversión festiva? ¿por puro espectáculo? ¿es esa tal vez una demostración de nuestra "superioridad" en la escala evolutiva o una muestra de nuestra miseria y vanidad? ¿es nuestro derecho supremo hacer lo que queramos con el resto del planeta para vanagloriarnos de de nuestro dominio?
Señor toro yo le digo que si me dieran a elegir entre un falso político de traje y corbata, de sonrisa y corazón vacío, y usted, yo elijo su mirada fiera, su salvaje integridad y su resistencia a sucumbir a una masa informe de humanos que se sienten mejores creyendo domar una fuerza tan pura como la que representas. Yo prefiero admirar lo que es bello en su esencia de ser, libre y natural, sin domarlo, sin acribillarlo, sin pretender derrotarlo, ni controlarlo, ni someterlo a una turba de dementes. Y el hombre que vea algún sentido en eso, algún valor digno de conservar en pleno siglo XXI, es un gilipollas que nada sabe de la vida y vive encerrado entre las cuatro paredes de su pequeño, miserable, presuntuoso y estrecho cerebro humano. ¡HE DICHO!   

martes, 7 de septiembre de 2010

Quijotesca, ciega y sorda

Hoy quisiera cantar aquello de: 
"Sobre los techos del mundo, resuena mi bárbaro graznido"
"Puedo escribir los versos más tristes esta noche" 
"Dejamos encima del mar marchitarse la luna"
"Acodado al balcón miro insaciable el oleaje"
"Nadadora de noche, nadadora entre olas y tinieblas"
Cualquiera me valdría. Cualquiera podría valer, porque la poesía siempre encaja cuando estás del humor de la suela de un zapato. Sí, hoy me siento como la suela de un zapato. 
Quisiera ser la suela de una bota de montaña, llena de barro. Quisiera ser la suela de una bota de un trampero que viaja por antiguos caminos, o incluso, la suela del zapato de un payaso que va de feria en feria. La suela de un zapato de un peregrino, o la suela de un zapato de un errante vagabundo. ¿Pero por qué tengo que ser la suela de un zapato negro de oficinista? unos zapatos que han visto tan poco mundo, que han pisado sólo superficies sintéticas y se han ensuciado solo con basura manufacturada. 
Hoy me siento mal porque con estos ojos y estas orejas con las que nací, sólo veo y oigo bajezas, ruindades, mezquindades y mediocridades. Y a veces es un espectáculo muy triste, otras sólo lamentable, me hacen mirar las puntas de mis zapatos negros de oficinista y suspirar, añorando otra vida, otra vida descalza y llena de barro, donde las historias de los libros no fueran solo historias de los libros, y la gente no se excusara diciendo que "solo es una película". 
Me pregunto dónde está la grandeza. Dónde quedó la nobleza. Dónde se esconde la bondad, o el honor... ¿existe de verdad la épica? 
Quizá pueda arreglarlo con una simple operación, me cambiaré de ojos y de orejas.
Hoy comprendo al viejo Don Quijote; veo en su locura una elección tan honorable. Una cura contra esta infección tóxica de oficina.
Una voz me dice, tengo que encontrar la lealtad "más allá de". Esa lealtad  que está por encima de todo, de etiquetas, de clasificaciones, del orden natural o antinatural, del ahora, del mañana, de lo que existe o de lo que nunca existió o existe aún. De lo que importa o de lo que da igual. Simplemente ese sentimiento tan firme y resistente como el pilar de un templo, que no se degrada con estupideces ni gilipolleces, con mala baba, con envidias, con usura, con caprichos, ni con hipocresías, o falsedad. Que no necesita palabras, ni contratos, ni hechos, ni razón. Sólamente está ahí.
Mulder y Scully. Frodo y Sam. Thelma y Louis. House y Wilson. Neo y Trinity. Dufresne y Red. Gilgamesh y Enkidu. Paul Atreides y Chani, + Duncan Idaho o Gurney Halleck. Harry, Ron y Hermione. Joel Fleishman y Maggie O'Conell + Cicelly en general. 
No veas tantas películas. No leas tantos libros. No vivas una ficción. ¿Pero qué es ficción y qué realidad? Si se trata de elegir qué vida llevar, mis elecciones parecen inalcanzables al menos para esta vida, mis conquistas paupérrimas, mis victorias, pírricas. Hoy, como diría el Último: "el mundo no es más que una piedra redonda". 
La mierda se acumula.
Mitos. Todos esos mitos sobre almas más alla del tiempo, el espacio y las formas.
No debí haber nacido en un mundo tan prosaico. Yo debí haber nacido dentro de un mito y "ser" constantemente un bucle de tiempo, sin inicio, desarrollo ni fin, sólo ser. Esto de verse al final frente a la playa solitaria sin mucho más que decir, es tan gris. Yo esperaba mucho más de mí.

"Una vez hubo un sueño, tan frágil que temías  pronunciarlo en voz alta. Ese sueño era Roma". 
"Hermanos, lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad".

PD. Cuando muera, absténganse de colocarme los zapatos negros de oficina, me aprietan los dedos y me cortan la circulación.  Mejor, absténganse de cualquier cosa y déjenme en paz.

lunes, 30 de agosto de 2010

Fantaseando que es gerundio

Se acabó. Adiós a la jornada de eight hours. Emplearé bien el dinero y aprenderé a dibujar y a pintar cuadros *como Alan Lee, por ejemplo, cof, cof, cof* y cambiaré radicalmente de rumbo. ¡Ja!
Allan Lee, la Comarca
Volviendo donde empecé, pero distinta de cuando me marché... y es que parece que hace una vida -porque el tiempo es relativo, yep-. 
Cómo deseo que llegue Septiembre... Septiembre y sus bonitas promesas que quedarán en nada, pero me da igual, hoy voy a pensar que el Otoño se aproxima, porque yo soy hija del Otoño (como se puede apreciar a lo largo de mi majestuosa carrera de hojitas secas) ¡y el otoño me hace sentir tan bien!  
He llegado hasta aquí. Muchos de mis planes se han espachurrado contra el suelo y aunque parezca que el puente está cortado, que no hay nada más allá, y que nunca podré llegar al otro lado, tengo la sensación de que sólo hace falta creer. Un salto de fe, que dirían Indiana y Henri Jones a la vez, mirándose el uno al otro (porque la primera prueba, la del: "Solo el penitente pasará", ya la he superado con creces). 
A veces quejarse como una cerda es la única libertad que queda.
A parte de eso, tengo una manada de toros plateados que liberar para que no sean torturados en mis sueños. No sé cómo voy a hacerlo, pero mis  grandes heroes infantiles -y no tan infantiles- fueron Indiana Jones, Luke Skywolker, McGuiver, Guybrush Threepwood y Atreyu;  y son tipos acostumbrados a improvisar, así que algo se me ocurrirá en el momento adecuado.
Algo me dice que empiezo a llegar a un lugar en el que nunca estuve antes y  en el que la hierba crece mejor. Fue el sonido de la flauta lo que me trajo hasta aquí. ¿Será Septiembre y el ritmo cantarín de un Otoño que se acerca bailando?
Lalalalala.

lunes, 23 de agosto de 2010

Depende, todo depende

El tiempo es relativo. No es objetivo, ni cuantitativo, aunque se pueda contar. El tiempo es plenamente subjetivo y depende del valor que le da el sujeto. ¿Tienen el mismo valor sesenta segundos durmiendo, sesenta segundos trabajando, sesenta segundos llorando que sesenta segundos riendo? puede que al final todo se componga de sesenta simples y cuantificables segundos, pero dependiendo del valor afectivo de esos sesenta segundos, pueden ser inapreciables y desechables para nuestra mente, que pronto los dejará marchar sin concederle espacio ninguno en la memoria, o puede retenerlos para siempre, guardarlos en el cajón del gran archivo, y convertirlos en un recuerdo atemporal, mítico, un jalón en el tiempo que deja de durar sesenta segundos para valer una vida entera; convertirse en un giro más en el el caparazón del caracol.
Todo proviene de aquí dentro; el exterior solo es un disfraz o una carcasa que se intenta moldear razonablemente. 
Y cómo se suele decir: el corazón tiene motivos que la razón no entiende.



jueves, 12 de agosto de 2010

Nada de esto pasaría si estuviera en las islas de Pascua

Me he levantado baldada como si fuera una vieja de mil años a la que el cuerpo le empieza a renquear. Es jodido darse cuenta de que hay un límite que no se puede sobrepasar, y aunque una quiere ser una androide ajena al dolor, pues es humana, de carne y hueso, se mira al espejo y está llena de moratones, de arañazos, y de dolores de espalda y de cabeza. Normalmente ni le presto atención a esas cosas, pero cuando te levantas un día sintiéndote agotada, es como si te llegara el agotamiento de los mil días anteriores que has estado ignorando. El trabajo es una obligación necesaria pero en estos días en que hay que invertir el doble o el triple de tu energía más puramente física, acarreando bultos, sudando, dándolo todo en la puñetera zanja sin ver nunca resultados positivos sino más mierda rodeándote y más exigencias y estupideces llegando de los pisos de arriba, donde esas grandes mentes pensantes se hallan cómodamente sentadas en sus cómodas sillas, con su aire acondicionado y sus planes de acción escritos sobre el papel, te dan ganas de prenderle fuego a toda la basura y reivindicar tu derecho a... ¿a qué? pues no se. ¿A trabajar dignamente? ¿a que te dejen en paz? ¿a que no tengas que partirte la espalda y la cara, tú y tus compañeros, todos los días, por un puñetero objetivo numérico sacado del bolsillo de Dios sabe quién? que le den a los objetivos, a las cifras y a la Bolsa.
Para colmo mis sueños de emancipación tan bonitos y fantasiosos se han ido al carajo porque no hay contrato indefinido para mi hermana, y estamos aquí yo y mi jornada de 9 horas, mirándonos con cara de póquer. Lo plantearé por el lado positivo: al menos ahora tengo claro qué es lo que no quiero, y es dedicarle 9 horas diarias de mi vida al zulo, un zulo ingrato que me dejará de recuerdo una bonita chepa y varias vértebras de titanio.

¡Ay, Septiembre, como te echo de menos!

lunes, 2 de agosto de 2010

Un mago nunca llega tarde, ni pronto; llega exactamente cuando se lo propone

Mi hermana me dijo hace poco, medio de coña, "eres rara e inaccesible" y aunque al principio protesté y no le di mayor importancia, ahora me planteo cuánta verdad hay en ello, y si la hay, ¿cuánta es visible para el resto de la fauna? Porque a veces tengo la sensación de que estoy de visita en un zoológico, con todos sus graciosos animalitos mirándome y lanzando sus gruñiditos en su dialecto particular; y otras veces tengo la sensación de que son ellos los que vienen a visitarme a mí al zoológico y yo soy el animalito raro al que miran desde lejos y señalan con una mueca de asombro.
A veces una se siente bastante fuera de lugar, como si la hubieran arrancado de los bosques canadienses y la hubieran metido en una de las jaulas del zoologico más chic del centro de la ciudad. Que sí, que muy chic, muy moderno y muy "recreación del ambiente natural", pero no deja de ser un puñetero zoológico.
Me gusta llamar a las cosas por su nombre.
Tengo la esperanza, algún día, de saltar los barrotes de mi jaula y encontrar mi verdadero lugar. Eso queda muy bonito así dicho, ¿verdad? el verdadero lugar. Pero peca de tanto y de tan poco. Indefinición, inconcreción, inacción, nebulosismo, que viva el limbo. Pero cómo poner palabras a lo que no lo tiene. Confío en que todos tenemos una brújula interior y aunque no conozcamos el destino final, ella poco a poco te va marcando el rumbo (siempre al norte, viento en popa a toda vela) y tú, paso a paso, te vas acercando.
He tenido tiempos mejores en los que no necesitaba recurrir a la brújula porque no me sentía perdida. Pero en la vida todo son rachas, y a veces hay que hacer reajustes, revisar las baterías, limpiar los cristales de las gafas para ver mejor. Confío también en que si estoy aquí, medio perdida, dándole toques a mi brújula de bolsillo, es por mi bien, porque era necesario.

Si el Anillo llegó a mí, es porque yo tenía que llevarlo.

Ojalá yo tuviera un Gandalf sabio y gruñón que me convenciera justamente de esto.

jueves, 29 de julio de 2010

No puedes escapar de lo que eres

Estoy enamorada de Ben Hawkins. En general, estoy enamorada de la serie Carnivale, tan perturbadora y angustiosa, tan llena de visiones, criaturas demoníacas, sueños laberínticos y señales raras. Eso sin contar la ambientación de circo y su gente estrambótica, los campos secos y ralos de los años treinta por donde transitan las caravanas visitando puebluchos de mala muerte. Y ese cura, el hermano Justin, que da escalofríos con solo mirarle...
Me encanta que el desenlace final, la batalla definitiva entre Ben y el hermano Justin, cobre peso y forma en cada capítulo. Pasa de un simple sueño en el que se ven el uno al otro, a una inquietud por saber qué significan o quiénes son, luego una búsqueda y una persecución invisible en el que cada uno siente al otro cada vez más cerca y más amenazante, hasta que ambos son totalmente conscientes de que su lucha será una lucha a muerte.
De alguna manera su forma de encarar este dilema de sus poderes (primero negándolos, luego confrontándolos, luego aceptándolos, luego entregándose) te hace sentir como si tú también tuvieras un Destino inevitable e irrenunciable, que la batalla tendrá lugar tarde o temprano y que no puedes escapar, sino prepararte para la lucha. Como dice Henry Skader "no puedes escapar de lo que eres".

Y hablando del destino, estoy leyendo la biografía de Van Gohg. Algunas de las cartas a su hermano sencillamente me dejan sin palabras.

"Es verdad que a menudo he ganado mi pedazo de pan, a menudo algún amigo me lo ha dado por lástima, he vivido como he podido, lo mismo bien que mal, como se presentaba; es verdad que he perdido la confianza de algunos y es verdad que mis asuntos pecuniarios se encuentran en un triste estado; es verdad que el porvenir es bastante sombrío; es verdad que habría podido hacerlo todo mejor; es verdad que nada más que para ganarme el sustento he perdido el tiempo; es verdad que mis estudios siguen en un estado bastante triste y desesperante y que es más lo que me falta, infinitamente más, que lo que tengo. Pero, ¿a eso le llamáis descender, a eso le llamais no hacer nada?
Tú dirás, tal vez: Pero ¿por qué no has seguido, como hubiéramos deseado, por el camino de la universidad? no contestaré nada, salvo esto: es demasiado; y además, ese porvenir no era mejor que el presente que ando siguiendo.
Así es como encaro las cosas: continuar, continuar, continuar.
Pero, ¿cuál es tu propósito definitivo? dirás tú. Este propósito se vuelve más definido, se dibujará lenta y seguramente como el croquis se hace esbozo y el esbozo cuadro a medida que se trabaja más seriamente... (...)
¿Por qué te digo todo esto? no es para quejarme, no es para disculparme porque mas o menos no pueda tener razón, sino simplemente para decirte esto: Cuando me visitaste por última vez el verano pasado (...) y tú decías "entonces estábamos de acuerdo sobre muchas cosas, pero, agregaste, desde entonces tú has cambiado mucho, no eres ya el mismo". Y bien; esto no es del todo así; lo que ha cambiado es que entonces mi vida era menos difícil y mi porvenir menos sombrío en apariencia; pero en cuanto a lo interior, en cuanto a mi manera de ver y de pensar, no he cambiado; solamente, si en efecto hubiese un cambio, es que ahora pienso y creo y amo más seriamente lo que también entonces pensaba, creía y amaba (...). Soy una especie de fiel en mi infidelidad y, aunque cambiado, soy el mismo y mi tormento no es otro que este: ¿Para qué podría yo servir? ¿no podría yo ser útil de alguna manera? ¿cómo podría yo saber más y ahonda tal o cual tema? ya ves, esto me atormenta continuamente y además, uno se siente prisionero en su tormento, excluido de participar en tal o cual obra, y tales y cuales necesarias están lejos del alcance. A causa de esto no se vive sin melancolía, después se sienten vacíos allí donde podría haber amistades y altos y serios afectos, y se experimenta como el terrible decaimiento roe hasta la misma energía moral, y la fatalidad parece poder poner una barrera a los instintos afectivos, y una marea de náusea sube a la garganta. Y en seguida se dice ¿hasta cuándo, Dios mío? (...)
¿Acaso hay haraganes y haraganes que hacen contraste? Está aquél que es haragán por pereza y dejadez de carácter, por la bajeza de la naturaleza; tú puedes, si lo juzgas bien, tomarme por uno de éstos.
Después está el otro haragán, el haragán a pesar suyo, que vive roído interiormente por un gran deseo de acción, que no hace nada porque vive en la imposibilidad de hacerlo, puesto que está como preso en alguna cosa, porque no tiene lo que necesitaría para ser productivo, porque la fatalidad de las circunstancias lo reduce a ese punto; un haragán así no sabe siempre él mismo lo que podría hacer, pero lo siente por instinto; por tanto, sirvo para algo, siento en mí una razón de ser; sé que podría ser un hombre por completo diferente. ¿En qué podría ser útil? ¿en qué servir? ¿hay algo dentro de mí? ¿qué es, entonces?
Este es un haragán muy diferente, tú puedes, si así lo juzgas, tomarme por uno de estos.
Un pájaro en la jaula, en la primavera, sabe muy bien que hay algo para lo cual serviría, siente fuertemente que hay algo que hacer, pero no lo puede hacer. ¿Qué es? no lo recuerda bien, después tiene ideas vagas y se dice "los otros hacen sus nidos y tienen sus hijos y crían la nidada", después se golpea el cráneo contra los barrotes de la jaula. la jaula sigue allí y el pájaro vive loco de dolor.
"Mira qué haragan -dice un pájaro que pasa- una especie de rentista". Sin embargo, el prisionero vive y no muere, nada se muestra exteriormente de lo que ocurre en el interior, se lleva bien, se le ve medianamente alegre al rayo de sol. Pero llega la época de la migración. Acceso de melancolía. "Pero -dicen los niños que lo cuidan en su jaula- tiene todo lo que le hace falta". Pero él mira afuera el cielo henchido, cargado de tempestad, y siente la rebelión contra la fatalidad dentro de sí. "Estoy preso, estoy preso y no me falta nada, imbéciles. Tengo todo lo que hace falta.
¡Ah, la libertad! ¡ser un pájaro como los otros pájaros!"


lunes, 26 de julio de 2010

contéstame, ¿para qué sirve una hormiga?

Ayer pisé una hormiga sin querer -ahora las hay por doquier-. Cuando me di cuenta estaba medio aplastada y luchaba inútilmente por moverse. Terminé de rematarla para no alargar lo inevitable. Pensé "me he cargado una hormiga". Y me planteé cuantas veces no habrá ocurrido que sin querer, y a veces hasta sin saberlo, vayas por ahí matando bichos, o matando algo, lo que sea que antes de toparse contigo estuviera vivo. Es una suerte no ser hormiga, porque tiene que ser una putada que te maten, pero más aún que ni siquiera se cosquen de que te han matado. Pensar en estas cosas es un poco estúpido, pero últimamente es en lo único en lo que puedo pensar. En lo injusta e incontrolable que son la vida y la muerte, o más bien, en lo injusto que es el estar sometidos al azar más puro y más simple. Sin saber por qué llegas aquí, vives unos años, -algunos más y otros menos- y también sin saber por qué se acaba tu tiempo y te largas. Y cuanto más lo pienso, más extraño me parece. Y no puedo evitar que el resto de las cosas pierdan casi toda su importancia, al menos casi todas las que no tienen que ver con la Vida con Mayúsculas. El lado perverso es que ahora, antes de hacer o decir cualquier cosa, siempre me planteo el por qué, y el para qué. Y si alguien me habla y no me motiva la conversación, o hago algo que carece de importancia, el tiempo invertido resulta una pérdida inútil e irrecuperable.
El lado maravilloso -que también lo hay- es que el tiempo es tan escaso que tenerlo es un milagro, una breve oportunidad de estar despierto y decir tu nombre al mundo antes de ser barrido por el viento. Por eso hay que esforzarse en que la vida sea maravillosa y mágica, porque si estamos despiertos, ya sea por error, por azar, por designio divino o por lo que sea, el único poder que tenemos como simples humanos, como simples hormigas que pueden ser aplastadas en cualquier momento sin que nadie se cosque, es el de la voluntad de crear algo hermoso para y por nosotros mismos antes del fin, y marcharnos al menos con una expresión serena en vez de con cara de idiotas.

El maldito turno de tarde me tuerce el humor.

martes, 13 de julio de 2010

malgastando el tiempo

Trabajar en el turno de tarde es una mierda. Yo soy un animal mañanero, siempre lo he sido. Mi índice de energías decrece exponencialmente con el debilitamiento de la luz solar.
Es igual lo temprano que me acueste y me levante, o lo mucho que intente organizar mi tiempo. Y me pone de mala leche que otros me hagan sugerencias de como invertirlo. Me digo, voy a aprovechar esta estúpida mañana para escribir eso que llevo tan atrasado, pero no sirve de nada porque me las paso mirando el reloj del portátil.
Tres horas para la cuenta atrás.
Dos horas y media.
Dos horas.
Una hora y media.
Una hora.
Hora de adecentarse físicamente y largarse.
8 horas por delante.
Y regresamos al portátil, porque no tengo sueño. Pero es demasiado tarde para enfrascarse a escribir, al menos a escribir algo digno. Y al final, otra vez acumulando deberes pendientes por falta de ¿tiempo?
Añoro mis 25 horas y todo el tiempo para malgastarlo de la manera que me de la real gana. Ser adulto es una mierda. Todas las veces que he trabajado de 40 horas en mi vida he acabado pensando lo mismo. Y cuando he cambiado de curro era como si huyera de una prisión pero, supuestamente, ¡es a lo único a lo que debería aspirar! a la jornada completa. A la casa y la a hipoteca. Al coche. A la semana de vacaciones en Nueva York o el Caribe, al plasma de 47 pulgadas. ¿Y qué pasa si todo eso me importa una caca? si lo que de verdad me preocupa es que parece que el tiempo deja de pertenecerte y tienes que invertirlo para ganar pasta para tener todas esas cosas que supuestamente quieres, y al final es tu tiempo el que acaba perdiendo todo su valor.
Me gusta trabajar pero me pregunto si será posible algún día que trabajar y disfrutar, aprender, expandirse... sean cosas que puedan ocurrir simultáneamente (por si acaso, he echado la solicitud para el grado de bellas artes).
No es que esté amargada por culpa del trabajo. No está mal comparado con lo que he tenido antes. Sólo siento algo extraño cuando miro la esquina superior derecha del portátil y me doy cuenta de que ya estamos a 13 de Julio.
Todo pasa sin sentirse y empieza a darme algo de miedo que siga siendo así.

Hoy he soñado que una mujer a la que yo consideraba mi vecina (pero no lo era) pegaba a mi puerta y me decía que quería que yo le enseñara a maquillarse los ojos. "Es que yo los maquillo de un modo muy femenino, casi no se nota, y me gusta cómo te los maquillas tú" me decía. Y yo, con una expresión de autosatisfacción, le enseñaba a maquillarse los ojos.
Desbarres de mi enigmático inconsciente.
Será mejor que me vaya a la cama.




jueves, 8 de julio de 2010

Rarezas inclasificables

Inspirada en un caluroso día de playa y mirando a esa extraña cosa que es el mar, se me ocurren gilipolleces de las más variopintas, como un rústico poema.

Mar picoteado de espuma blanca.
Hilillos de verde, azul y amarillo,
salpican sus rizos de agua.
El mar de cabellos celestes,
ondea en la lontananza.
espejo del Universo,
refleja la eterna danza
del baile del firmamento.
El sol, la luna, las estrellas,
los pájaros, las nubes, el viento,
todos miran al mar y se llenan de sentimiento.
El mar en su inmensidad,
es como un beso del Tiempo,
la marea que viene y va,
latidos de un corazón eterno,
que rompe el siniestro silencio.
Los pececillos que saltan,
los barcos surcando la azul explanada,
el horizonte en el mar parece que nunca se acaba.
Los sueños navegan con viento a favor,
y alcanzan costas lejanas,
islas, arrecifes y rocas,
algas, gaviotas y olas,
bailan al son de una música,
que cantan las caracolas.
Mar de rizos celestes,
que a toda la tierra baña.

Hoy he soñado con ratones y ratas que pretendían invadir mi casa (que no era mi casa en realidad), y yo, cual Aragorn trasnochado, me subo al último peldaño de la escalera y les grito a todos, ¡corred, yo me encargaré de ellos! y me lío a garrotazos salvajes con los roedores a pesar de que se acercan peligrosamente en tromba hacia mí.
No sé qué diría mi cobaya al respecto, no creo que le resulte agradable saber cómo trato oníricamente a sus primos, pero es que odio las invasiones. Y como si de un aviso se tratara, cuando voy a hacer la cama descubro que no está invadida de ratones sino de un montón de hormigas correteando bajo las sábanas. Eso me ha hecho cabrearme profundamente y gritar, porque yo no me meto nunca con las hormigas, pero, ¡en mi cama! joder. ¿Por qué me provocan de esta manera y sacan mi lado asesino?

jueves, 17 de junio de 2010

Urano, ese dios lejano y grande, y yo.

Mis vacaciones se quedan ya sin combustible y en ellas no veo más que una triste cerilla a punto de apagarse. Pero lamentaciones las mínimas porque como una rueda que gira y gira, que hoy te toque estar arriba no significa que vayas a estar siempre ahí, ni tampoco que estés abajo significa que algún día no te vayas a levantar (y el que no se consuela es porque no quiere).

Harta de filosofías baratas que me sobran a raudales, y harta ya de estar harta de mí, como en todo periodo vacacional (como en todo periodo que supone una ruptura de la línea continua de la cotidianeidad) me he entregado a mis viejos vicios.

El formateo del disco duro ha sido óptimo, la recarga de pilas completa, y el llenar la maleta de nuevos proyectos que no cumpliré también (renovarse o morir, que dijo Voltaire). Aunque haya mandado las oposiciones al puto carajo (que era su destino final previsible hace más tiempo del que quisiera reconocer), por contra he centrado la mirilla de mi objetivo en Bellas Artes como mi nueva obsesión mental o flotador salvavidas al que asirse en medio del tempestuoso océano ártico. Si ahí no está el cofre del tesoro de mi existencia, honestamente, me rindo en esta búsqueda y me dejaré ahogar por las olas, o aplastar por un iceberg, o devorar por una foca... me es indiferente, aunque opto por el ahogamiento que es la opción más romántica.
(No he podido contenerme y buscar una imagen del Océano Ártico que sea tan lúgubre, sombría y gélida, a la par que extrañamente evocadora, como mi actual sentido del humor).

(crédito Doug Plummer)

Como un viejo que va perdiendo el oído, el olfato, el gusto, la vista y la sensibilidad, y se da cuenta que está a un paso del sueño eterno, así yo voy perdiendo el estímulo de los cinco sentidos, y para sentirla, la vida ha de ser cada vez más brillante, más intensa, más sonora y más notable para que la pueda ver, oír, oler, saborear o tocar. Puede ser un simple tránsito de Urano que me tiene bajo sus redes, y conste que me llevo bien él, me hace reír, levantar la ceja y afilar los lápices, pero no a todo el mundo le gustan sus efectos (ni soportarme a mí bajo ellos).

Eso me hace pensar en algo que me ha estado rondando la cabeza últimamente. Como ando desconectada del mundillo de las series y terminé Deadwood hace tiempo, he tenido que tirar de los clásicos para engancharme a una nueva. Reconozco que hay series que me echan para atrás solo por el título o la primera impresión, y "Sexo en Nueva York" era una de ellas. ¿Una serie donde cuatro chicas solteras, triunfadoras y treintañeras (en ese orden) cuentan sus aventuras amorosas en Manhattan? ehhmm, no. Sin embargo es una serie de la HBO, y casi todo lo que sale de la HBO me gusta, y no quiero juzgar algo sin haberlo probado, así que vamos a darle una oportunidad. Como ya voy por la segunda temporada creo que puedo decir sin temor a equivocarme que, aunque es una serie entretenida y que a veces tiene sus toques de ironía y de verdades acerca de las relaciones, no puedo evitar oler cierta pestecilla podrida en ella. Quizá sea mi incapacidad total para identificarme con alguno de los personajes, el ambiente, o el concepto que se destila en la serie sobre las relaciones humanas, lo que sé es que entre risita y risita se me queda una impresión de incertidumbre (quizá horror creciente y desconcertante), y me pregunto si lo que veo es una serie graciosa y exagerada, o un reflejo macabro de nuestro destino final, gente que intenta rellenar el vacío con ropa, viajes y objetos carísimos, colágeno, liftings o liposucciones, grandes dosis de fiestas, alcohol, cigarrillos y sexo con desconocidos de los que a veces ni se saben el nombre y, en definitiva, acción continua y persistente para desoír el inexorable avance del tiempo que te quema el culo y te obliga a echar a correr para no estar muerto. AHHHHHHHHHHHHHHHHHRRJJJ.

Definitivamente o estoy loca y debería pegarme un tiro por incapacidad a adaptarme a los tiempos modernos, o estoy loca y debería pegarme un tiro por poseer una mente trasnochada, o digo toda la verdad y debería pegarme un tiro igualmente porque nadie está de acuerdo conmigo. Pero es, de nuevo, ver la adaptación de los valores del capitalismo aplicadas a las relaciones humanas (máximo beneficio al mínimo coste, máximo placer con el mínimo sacrificio, quedarse en la corteza, no llegar al núcleo, ahorro, ahorro, ahorro, consumismo, etc etc). Todo esto me da escalofríos.

Independientemente de cuánta afinidad o aversión sienta yo por la serie, se está haciendo demasiado común encontrarme con gente que esperan que seas una Carrie, una Samantha, o cualquiera de las otras dos, sólo porque cumples el perfil de soltera, triunfadora (!?) y treintañera. Y no sólo se extrañan cuando no lo eres, sino que se molestan porque no lo eres, o porque no quieres serlo, y al final acabas preguntándote si no serías más feliz si te esforzaras un poco en dejar de ser como eres y ser como ellos quieren que seas. Y puede que sí, quién sabe, pero para eso primero tendría que dejar de ser como soy y someterme a una lobotomía. Quizá me lo plantee en un futuro si lo del arte no me funciona y no alcanzo mi camino a la felicidad.

Siempre he pensado que la ignorancia da la felicidad, pero por más que me empeñe nunca he logrado disfrutar de ese estado de ignorancia. Puede que no pensar y pasar de todo me diera la felicidad, pero the big dilema es que, en cuanto eres consciente de que tu felicidad se basa en una mentira o, más bien, en una verdad no afrontada, la duda de la infelicidad flota como un bolsa llena de avispas sobre tu cabeza y en cuanto se rompa, ya sabes lo que va a pasar. Y la idea de sufrir el ataque de cientos de aguijones no me deja descansar en paz. ¿Conclusión? algunos hemos nacido para ver las avispas dentro de la bolsa e imaginar qué pasaría si la bolsa reventara, en vez de simplemente, ver una puta bolsa llena de avispas y PUNTO.

Por suerte soy una cabezota y me gusta contradecirme a mí misma, así que confío en que llegará el día en que, simplemente, sobre mi cabeza no habrá bolsa de avispas sino... ¡de gominolas! (y el que no se consuela es porque no quiere bis)

Dado que Urano y yo ya hemos dicho todo lo que teníamos que decir, nos largamos a reirnos de nosotros mismos a cualquier otra parte. He dicho. (Hemos dicho).

miércoles, 16 de junio de 2010

Cuentos de hadas

Extraído de la introducción del libro "Cuentos de Hadas" de J.C. Cooper con alguna reordenación servicio de la casa.
Señor Cooper no pretendo robar sus derechos, pero hago mucho caso a lo que decían los romanos, que "el que escribe lee dos veces" y me gusta hacer zumo con los libros.
"Todos los hombres quieren atravesar experiencias peligrosas y enfrentarse a pruebas excepcionales que les sugieran su camino al otro mundo. Todas estas experiencias pueden tenerlas en su mundo imaginativo oyendo o leyendo cuentos de hadas. (Mircea Eliade)"

LOS CUENTOS DE HADAS
Los cuentos de hadas están extendidos por todo el mundo con sorprendente uniformidad. Hoy día son un tema de estudio antropológico, psicológico y metafísico, y el hecho de que siempre se les haya considerado algo más importante y profundo que una simple diversión lo demuestran las prohibiciones que rodeaban su transmisión oral y los tabúes mágico-religiosos a los que estaban vinculados. Tradicionalmente, el modo más seguro para contar cuentos de hadas era por la noche, junto al fuego del hogar, con las puertas y ventanas cerradas.
La popularidad de los cuentos de hadas y su aceptación en todas las regiones, culturas y épocas, demuestra que tienen mucho que enseñar no solo al niño sino también al adulto, según sus diferentes niveles de comprensión e interés.
Colecciones primitivas de cuentos
Los cuentos más antiguos provienen de Oriente. Entre ellos, los más conocidos son:
-Panchatantra (“Los Cinco Libros”) de origen hindú, es una colección de fábulas escritas en sánscrito de origen desconocido, que llegaron a Grecia tras las conquistas de Alejandro Magno. Eran usados para la educación de los jóvenes aristócratas hindúes.
-Jataka, leyendas budistas recopiladas aproximadamente hace 2000 años.
-Cuentos persas de “peris” y “djinns ”
-Cuentos del Antiguo Egipto, aparecidos alrededor del 1400 antes de Cristo .
-En Europa, la primera colección de cuentos en prosa aparece con la publicación de Straparo de sus Notti Piacevolli en Venecia en 1550. Se trataba de unos chistes, acertijos y cuentos, y entre ellos algunos cuentos de hadas. En 1637 Giambattista Basile publica su Pentamerone (Entretenimiento para Cinco Días), tras haber pasado años recorriendo Italia y recopilando cuentos.
De estas colecciones primitivas traducidas al francés entre 1560 y 1576, nacieron los famosos cuentos de Charles Perrault, los Contes de Fees, que inmortalizaron los cuentos de hadas en toda Europa. A esto le siguió el trabajo monumental de recopilación de los Hermanos Grimm en Alemania.
Aunque la obra de Perrault trivializó muchos de los cuentos dándoles un enfoque satírico o burlón y añadiéndoles con frecuencia moralejas (a veces ingenuas o inneceesarias), la presentación que hizo de los cuentos de hadas fue trascendental, pues despertó el interés del público e inspiró a otros escritores, folkloristas y antropólogos.
Temas recurrentes de los cuentos de hadas
Aunque universales y milenarios, sus temas de inspiración son pocos y tienen gran similutd entre sí en todo el mundo. Hay algunos argumentos casi idénticos y personajes básicos que aparecen tanto en el folklore tribal primitivo, como en las culturas campesinas, como en las cortes más sofisticadas.
Los cuentos de hadas tienen que ver tanto con el mundo natural como con el sobrenatural. Los héroes, heroínas o villanos, los reyes y reinas, hermanos, hermanas o madrastras actúan todos en el mundo natural y, aunque en la mayoría de los cuentos no traten específicamente de hadas, tanto ellas como sus oponentes están siempre en el trasfondo, dispuestos a entrar en acción auxiliando o molestando con medios sobrenaturales.
Los temas más recurrentes en los cuentos de hadas hablan del descenso del alma al mundo, sus experiencias en la vida, la inicación y la búsqueda de la unidad, y las pruebas y tribulaciones que la acecharán en su viaje por la Tierra.
Temas:
-El más frecuente y más conocido es el del Paraíso Perdido y Recuperado, cuyo ejemplo clásico es Cenicienta. Se trata de una desgracia inicial que, con el tiempo, concluye en una solución feliz.
-Cuentos en torno a un tabú, tales como hacer una pregunta prohibida o abrir una puerta vedada, a los que pertencen "Barba Azul" o "La doncella cisne". El antecedente de este tipo de cuento es el mito de Amor y Psique.
-La colaboración de un animal agradecido o el pájaro que habla y puede ejercer poderes mágicos, son cuentos asociado al mito del Paraíso. A veces estos animales otorgan su ayuda sin que medie una compensación o agradecimiento de por medio: simplemente utilizan sus poderes mágicos en beneficio del héroe o la heroína, como cuando el Gato con Botas eleva a su humilde amo al rango de marqués, y más tarde al de rey, o como cuando los pájaros de Cenicienta la alimentan e influyen para que tenga lugar su boda con el príncipe.
-La criatura que no tiene atractivo físico llamada a menudo "compañero repugnante" y que es generalmente una persona que sufre un maleficio del que se libera para volver a su condicion normal, ya sea por su valor, su generosidad, el cumplimiento de una promesa o, simplemente, por amor. Ejemplos: la Bella y la Bestia, El príncipe Encantado, Riquete el del Copete.
-Vuelos mágicos y la capacidad de algunas doncellas y algunas aves, casi siempre cisnes, para cambiar de apariencia. A veces la heroína está encantada bajo la apariencia de un pájaro, en otros casos desciende de hadas. En el cuento arquetípico ella se casa con un mortal que logra rescatarla y romper el hechizo quitándole su manto de plumas, aunque casi siempre vuelve a perderla cuando ella consigue recuperarlo y se marcha a un reino encantado. Para volver a conquistarla el mortal tiene que pasar pruebas y realizar trabajos a menudo imposibles (a este ciclo se vincula también el tema del “Poder de las Aguas”). Ejemplos: los Cisnes Salvajes, los Doce Hermanos o los Siete Cuervos.
Arquetipos y símbolos
Estos temas que, partiendo de antiguos mitos, sagas y leyendas, han llegado a los cuentos populares, contienen todas las características peculiares de la naturaleza arquetípica, es decir, expresan las principales imágenes y símbolos del hombre, un recurso para entenderse así mismo y al mundo que lo rodea. A través de estos patrones arquetípicos del mito, la saga, la leyenda y los cuentos de hadas, discurre un significado cósmico enraizado profundamente con la naturaleza humana.
La cualidad arquetípica y sus formas simbólicas hacen que los cuentos de hadas resulten de fácil comprensión para distintas edades, no solo en el ámbito cultural colectivo, sino también en el individual humano, mostrando su lado iluminado y su lado oscuro, su conflicto mental y emocional.
Diferencias entre mito, saga y cuento de hadas
Los mitos, sagas, leyendas y cuentos de hadas tiene diferencias básicas, si bien todos comparten la misma naturaleza arquetípica.
El mito pertenece a la raza y se integra con ella, atesora parcelas de su historia, pero se refiere, ante todo, a cosas del otro mundo: los dioses, los creadores, los seres divinos, los poderes sobrenaturales y los héroes culturales (su intencion es principalmente religiosa).
La saga, por el contrario, tiene sus raíces en lo histórico y lo aristocrático. a menudo es trágica, mientras que el verdadero cuento de hadas debe tener un final feliz. (Los hermanos Grimm distinguían la saga como algo "histórico" y el cuento de hadas como algo "poético"). La diferencia básica es que la Saga y la leyenda pretende tener connotaciones históricas, y lo sobrenatural, si figura en ellas, tiene una consideración secundaria, mientras que en el cuento de hadas es lo primario, ya que se desenvuelve en un mundo de fantasía. Mientras que la saga se basa en lo racional, el cuento de hadas lo hace en lo irracional. Mientras que en la saga y en la leyenda el hombre se enfrenta con la naturaleza y con su propio género, en el reino de las hadas confluyen fuerzas sobrenaturales que son siempre una manifestación de algún poder que está más allá del mundo normal, y fuera del control del héroe o heroína. Aún cuando esta fuerza se manifiesta por medio de un acontecimiento normal, lleva siempre consigo un poder de lo mágico y de la transformación.
Al cuento de hadas no sólo lo distingue lo sobrenatural, sino la introdución de fuerzas ajenas al género humano, pertenecientes a un reino que está por encima o por debajo del suyo. Las hadas buenas están allí para ayudar a los afligidos que creen en ellas y las invocan. Las hadas malas, las brujas y los ogros tratan siempre de crear problemas y amenazan al héroe o la heroína, pero todos emplean la magia.
Mientras el mito es intelectual y la saga o la leyenda son narraciones de acción, el cuento de hadas es romántico y emotivo. Aunque procede del mito y la saga, presenta lo arquetípico de una forma más personal.
El cuento de hadas
El protagonista sin nombre
El mito y la saga pertenecen a la nación y son raciales y culturales, mientras que el cuento de hadas se refiere generalmente a una persona, a menudo sin nombre, que representa alguna cualidad con la que puede identificarse el individuo, y nos relata también acontecimientos que están dentro de la experiencia y de lo que puede comprender la gente corriente. En ellos hay reyes y reinas, príncipes y princesas, leñadores, soldados, campesinos... pero a pocos se les da un nombre personal pues, aunque se les llame "Blancanieves" o "la Bella Durmiente", se trata siempre de algo que los tipifica sin personalizar.
Dominio de lo sobrenatural y el proceso de transformación
Los cuentos de hadas no tienen elementos históricos, se desenvuelven en un mundo de magia y fantasía exento de las limitaciones temporales, algo propio a su naturaleza esencialmente sobrenatural y los poderes de transformación que describen. Los humanos, los animales, los pájaros, los peces y los insectos, todos tienen la capacidad de transformación, pueden cambiar su apariencia exterior sin perder su auténtica identidad individual. Incluso el sol, la luna, las estrellas, las aguas y los árboles pueden estar dotados de una vida sobrenatural. Por otro lado, las personas y las cosas pueden volverse inanimadas y convertirse en piedra por un sinfín de años para recuperar luego su apariencia normal y reanudar su vida, sin haber envejecido cuando se rompe el hechizo. Tampoco existe la muerte definitiva en el verdadero cuento de hadas. El héroe puede morir en la leyenda y en la saga, pero si se le da muerte en el cuento de hadas se le puede devolver la vida por medios sobrenaturales.
La necesidad de un final feliz
La caracterstica esencial del cuento de hadas es la necesidad de un final feliz. Las pocas excepciones a esta regla se dan en cuentos que, aunque tienen un elemento ligeramente sobrenatural, son de una naturaleza más afín a los cuentos infantiles educadores, con moralejas que contienen advertencias sobre la codicia, la envidia o el orgullo, tales como "Los Tres Golpes" y "El Pescador y su Esposa". Perrault en su "Caperucita Roja", también ignora la regla del final feliz, nuevamente se trata de un cuento folklórico con moraleja en lugar de un cuento de hadas.
En todos los cuentos de hadas verdaderos el espíritu del optimismo y el triunfo corre por ellos como un hilo dorado. Desde el principio se sabe que triunfará la buena voluntad y que, aunque haya fuerzas peligrosas o amenazadoras a las que enfrentarse o evitar, existen otros poderes cuya ayuda se puede invocar. Nunca se niega esta ayuda a los que confían en ellos y cumplen con sus condiciones. El héroe y la heroína terminarán por encontrarse, se casarán y vivirán felices por siempre jamás.
El paraíso perdido
Esta necesidad de unificiación final simbolizada por el Andrógino es la nostalgia del Paraíso, la Edad de Oro, un lugar y un tiempo en el que los hombres y los dioses podían encontrarse y comunicarse con toda naturalidad, cuando no había separación entre los dioses y los hombres, ni entre los hombres y los animales, así como entre cualesquiera de las manifestaciones vitales de toda la creación. Tampoco había separación entre lo sagrado y lo profano, tal como sucede en los cuentos de hadas donde coexiste lo natural con lo sobrenatural.
En el mito y en la religión, que tratan de un mundo ideal en íntimo contacto con lo divino, el alma busca el Reino Divino; en la leyenda y el cuento de hadas esta unión se manifiesta mediante el matrimonio feliz del héroe y la heroína.
El Paraíso Perdido (los poderes paradisíacos de la intercomunicación entre todos los seres vivos), se hace envidente en los numerosos casos de animales y pájaros que pueden hablar para guiar y ayudar a los humanos, tal como lo demuestran los clásicos cuentos sobre Cenicienta, con sus animales que colaboran y sus pájaros que informan para poder alcanzar un final feliz. El estado paradisíaco se encuentra también en cuentos donde, por ejemplo, los alimentos se consiguen sin necesidad de trabajar, donde el héroe dispone de una mesa que, cuando lo necesita, extiende por sí misma un mantel limpio con vajilla, buena comida y buen vino.
El desafío espiritual
Cuando se producen luchas contra los poderes adversos, el cuento de hadas presenta circunstancias en las que las personas se ven obligadas a enfrentarse a situaciones que las trasladan de su mundo personal al universal, para encontrarse en lo espiritual, es decir, proyectan a los protagonistas al reino de lo sobrenatural donde los acontecimientos y las posibilidades deben juzgarse siguiendo normas espirituales y éticas. Una de las funciones más importantes del cuento de hadas es hacer que el niño se identifique y se vea inmerso en experiencias y situaciones arquetípicas, tales como la diferencia entre lo bueno y lo malo, el valor y la cobardía, y el enfrentamiento entre nuestro ingenio y las fuerzas superiores. Esta identificación y participación ayuda a superar los sentimientos de aislamiento y soledad a los que el ser humano es tan proclive y, al lograrlo, hace que la persona se sienta parte de una totalidad mayor, mientras que el final feliz del cuento da la agradable sensación de ser la parte triunfal de todo el conjunto.
La Alquimia de los cuentos
Las influencias orientales introducidas a través de la Alquimia en los cuentos de hadas llegaron a Europa desde el Este y desde la península ibérica, a través de la cultura árabe, dejando su huella no solo en los ambientes cultos, sino también en los cuentos populares. Esta influencia le dio a los cuentos de hadas los símbolos del oro y la plata, del sol y la luna, del rey y la reina, y el concepto de la transmutación del metal básico en plata u oro que representa el viaje interior para encontrar la identidad propia y alcanzar la unidad última en el Andrógino. Los cuentos hindúes traducidos del Panchatantra también tienen en cuenta las doctrinas orientales del fatalismo y los designios inexorables del karma: las hadas profetizan y los animales anuncian acontecimientos que no pueden evitarse. Los acontecimientos seguirán su curso a través de la lucha entre lo bueno y lo malo, aunque se sabe de antemano que triunfará lo bueno.
Conclusión: el por qué de los cuentos de hadas
La fascinación que ejerce el cuento de hadas en todas las edades radica en que revela nuestra propia naturaleza interior con sus infinitas posibilidades espirituales, psíquicas y morales. Es la búsqueda del significado de la vida. El argumento gira en torno al héroe o la bella afligida que se enfrentan a poderes titánicos. Los sufrimientos, pruebas y tribulaciones son imprescindibles para la realización de la trama, la evolución de los individuos involucrados y la unificación final.




lunes, 24 de mayo de 2010

Frases

-¿Me has follado mientras estaba inconsciente?
-¡No, por Dios!
-Pues deja de mirarme de esa manera.
(Al Swarengen, tras estar a punto de morir y pasar varios días inconsciente en la cama).

-Ponle a ese judío una moneda de oro debajo de la nariz, si le queda algo de vida, reaccionará.
(Al Swarengen, después de que el judío fuera disparado en un hombro).

-¡Que os follen a todos! ojalá fuera un árbol...
(Trixi, enfurecida con el mundo)

-He tenido que huir de mi propio despacho...
(Al Swarengen, incapaz de soportar la idiotez de uno de sus matones)

Me parto con esta serie.

domingo, 9 de mayo de 2010

The call of ktulu

Hoy me he levantado con ganas de ser otra persona, lo cual no es una novedad, me pasa continuamente. No quiero un cambio de identidad sino más bien, seguir siendo yo misma pero en un estadio evolutivo superior, renacida y gloriosa, amén, genuinamente distinta a quien soy ahora (en plan Gandalf en las Dos Torres cuando se reencuentra con Aragorn, Legolas y Gimli en el bosque y les suelta aquello de "ya no soy Gandalf el Gris, ahora soy Gandalf el Blanco"). Pero dado que no tengo esa capacidad de resucitarme, al menos que yo sepa, he cogido un trapo y me he puesto a limpiar en mi cubil para que los colores de los objetos que me rodean vuelvan a lucir en todo su esplendor. No es que me sienta particularmente distinta pero al menos he hecho una de esas cosas que siempre estoy posponiendo. Limpiar. Me gusta la historia y que el polvo se acumule en los rincones para darle un aire más histórico -tipo desván abandonado- a la habitación...
Estoy de vacaciones y con todo este tiempo libre flotando a mi alrededor no hago más que personalizarlo como si fuera un ente vivo que me odia. Por eso me entraron ganas de soltar una carcajada cuando viendo la nueva peli de Tim Burton, Alicia en el país de las Maravillas, la muchacha le suelta a la familia, que tanto espera de ella: "ya encontraré algo útil en lo que emplear mi vida". ¡Cuántas veces me habré dicho yo eso! y aquí estoy, riéndome de la ingenuidad de Alicia.
Tiempo, tiempo. Tiempo para pensar y hacer balance, para darte cuenta de que eres aprendiz de tantas cosas y maestra de absolutamente nada, de que empiezas pero nunca acabas casi nada de lo que empiezas y todo a tu alrededor tiene ese aire de tránsito, de promesa inacabada, interrumpida, mirándote con rencor desde todos lados, ya sea un lado espiritual o metafórico o algo más tangible, como las esquinas de la habitación, o los archivos del ordenador, esperando a que su señoría desee retomar la tarea que prometió que terminaría alguna vez. Y llego al punto de tener que comprometerme conmigo misma a acabar de leer esa puñetera novela que se me ha atragantado porque no soportaré otra carga de cosa-inacabada sobre mi lomo, aunque tenga que avanzar una página al día porque no aguanto una dosis mayor de palabras medio vacías, terminaré la maldita novela. ¿Y qué pasa? que con el paso de las páginas ha vuelto a ser tan interesante como lo fue al principio. Al fin, joder.
Al enumerar la gran mayoría de mis fallos y faltas se ve que he empleado la segunda persona del singular, pero al final he recuperado la primera persona del singular: Yo. Este podría ser el resumen, en general, de mis vacaciones: bucear desde la segunda persona del singular a la primera, serpenteando por el camino, volviendo atrás y otras veces hacia delante, y finalmente, aunque no de modo categórico porque el tiempo es cíclico, por ahora me quedaré en esta ala de la mansión de mi persona que se llama Yo.
A ello contribuye que me haya enganchado como una lerda a Deadwood, y también mi viaje en tren, porque viajar en tren me transforma en una viajera sin pasado ni futuro, atravesando el presente.
Deadwood porque es una serie que va del Salvaje Oeste donde todo el mundo es un poco salvaje y libre... no libre románticamente, pero sí de un modo peculiar , como puede serlo una sociedad recién nacida donde el poder todavía no es un ente inamovible e invisible como el que "disfrutamos" ahora. Allí el poder parece tener nombres y apellidos y a veces basta con cortarle el pescuezo a determinado sheriff, juez o gobernador, titular del tal nombre y apellido, para acabar con el poder. Con esto no estoy haciendo apología del politicidio o como se llame lo que sea que se llame que me incomoda bastante, pero me da la impresión, y a lo mejor me dejo llevar por el clásico mito "del buen salvaje" (idealizar las sociedades no excesivamente estatalizadas,como hacía Julio César con los Galos) de que en aquel tiempo la gente no estaba tan confundida como hoy día. Viajaban con su carromato o con su caballo de un pueblo a otro, con lo puesto y a empezar de nuevo, y lo tenían asumido, no era motivo de catástrofe épica, estaban hechos a la transitoriedad, ¿quizá no se tomaban tan en serio así mismos? Aparte de eso la serie está plagada de personajes profundos, densos y llenos de vida que muchas veces no son lo que parecen y acaban sorprendiéndote. Me encanta cuando una historia consigue eso. Y he de quitarme el sombrero por el que le escribe los diálogos al capullo de Al Swearengen, hacía tiempo que no me reía tanto escuchando una lista de insultos y expresiones barriobajeras tan geniales y sarcásticas.
En cuanto al viaje el tren, al combinarlo con canciones que nunca me había atrevido a escuchar por resultarme demasiado duras para mi oído (Mettalica, y por una buena razón, que tienen la extraña facultad de alterarme como a un perro) se convirtió en una especie de viaje eléctrico. Dejas de lado la primera impresión de AAJAJAHIDFFFFGRIIIIIIIAAAAAAA!!!!!!! y tratas de encontrar algo más al fondo, y al final hallas alguna joya en forma de Call of Ktulu,o Escape, y parece que no vas dentro del tren sino fuera, volando, como un rayo.

Voy a permitirme ser un rato Alicia o Escarlata O'hara, y ya lo pensaré mañana. Lo de hacer algo útil con mi vida.

martes, 6 de abril de 2010

El mundo para los ingenuos

Hoy he visto en el telediario una noticia acerca de la guerra de Irak, cuando unos soldados estadounidenses se cargaron desde su helicóptero a 12 personas, dos de ellas eran unos periodistas, y otros civiles.
Reproducen el vídeo grabado desde el propio helicóptero y sólo veo imágenes bastante borrosas, todo se ve en blanco y negro y no sé, los seres humanos no parecen más que simples monigotes, pequeños muñequitos que se mueven por la pantalla. Me pregunto qué clase de entrenamiento tienen esos soldados que miran las pantallas y sólo ven monigotes meneándose de un lado a otro, si realmente sienten algún tipo de responsabilidad moral, de implicación, de conexión, si son conscientes de que eso a lo que están disparando son seres humanos, si saben que apretando ese botoncito que lanza una rafága de ametralladora lo que se están llevando consigo son 12 vidas. Y digo esto porque no puedo evitar pensar en la similitud de esa pantalla gris de humanos minúsculos con un videojuego. En lo fácil que debe ser evadirse de la carga emocional de matar cuando lo único que ves son simples monigotes en una pantalla mientras disparas tu botoncito desde tu cabina. Y el monigote se queda quieto en el suelo y listo. Kaput.
Alguien felicita al soldado "buen disparo, gran puntería" (olé tus huevos).
Sé que las guerras existen desde que el hombre es hombre y que es ingenuo creer que tal y como está el mundo dejarán de existir pronto. La violencia nos es intrínseca. Sin embargo, me asusta cuando la guerra parece algo tan frío e impersonal, tan vacío, tan absurdo, como jugar a un videojuego... Apretar botoncitos desde lugares resguardados y seguros mientras abajo la gente revienta y arde en el infierno. Es injusto y es cruel. Es asqueroso. Si hay una guerra, que al menos el verbo matar siga manteniendo una dura y pesada carga moral y emocional... sé que estoy siendo una ingenua pero supongo que tengo mi derecho, sabiendo que en el caso de que estallara una aquí yo no sería más que uno de esos monigotes a tumbar apretando el botón.
"Sin Novedad en el Frente" fue la novela de Erich María Remarke que leí hace un montón de años sobre un soldado de la Primera Guerra Mundial que describía precisamente la matanza sangrienta, la locura salvaje de la muerte sin rostro, cayendo sobre miles de vidas anónimas también sin rostro, una generación entera de jóvenes pudriéndose en las trincheras, día a día, durante 4 años. La lectura de la segunda parte, "Después", fue para mí el doble de descorazonadora que la primera parte, retratando la vida de alguno de esos soldados después de que la guerra acabó... los que no perdieron la vida en el frente, habían perdido todo lo demás: las certezas, los valores, los motivos, los ideales, el futuro. Eran jóvenes destrozados por lo que habían visto y vivido, incapaces de rehabilitarse en la sociedad. Era cruel y era triste. Y sin embargo, para mí era un signo de esperanza, un canto a la vida y a la paz. Si ante la destrucción más encarnizada y salvaje se destruye algo dentro de nosotros, hay salvación. Si ante la destrucción más encarnizada y salvaje nos felicitamos por nuestra buena puntería, eso solo puede significar una cosa, RUINA.

viernes, 19 de marzo de 2010

Poesía... eres tú

De todas las artes que puede ejecutar el hombre la poesía me parece la más grande y la más enigmática, porque en ella se condensa un poco de todas las demás artes... Un buen poema invoca imágenes en la mente, se convierte en un cuadro lleno de formas y colores. Un buen poema, el poema perfecto, acaba teniendo cuerpo, se vuelve increíblemente material y físico, como una escultura. Un buen poema es una novela que condensa en unos versos toda una historia.
Los poetas son para mí magos que encajan determinadas palabras en un determinado orden de manera que nada sobra y nada falta. Todo queda mágicamente encajado en un ritmo de palabras que provocan una reacción en cadena dentro de la persona que lo lee, que se maravilla (yo me maravillo) de que el efecto sea obra de "simples" palabras seleccionadas y dispuestas en un orden simple y sencillo (porque en un buen poema nada es forzado, todo está donde debería estar) creando una especie de música.
Nunca sabes lo difícil que es hacer poesía hasta que tú lo intentas y te sientes como una gigante grande, torpe, pesada y comepiedras en medio de un bosque de vaporosas hadas. O sea, que no pintas una mierda allí, porque todo lo que tú haces es grueso y tosco, careces de esa grácil volatilidad de las hadas... Y entonces te das cuenta de que la poesía es un arte casi mágico y retorcidamente complicado, aunque muchas veces engañe y no parezca para nada lo que es en realidad. Como ejemplo de esta engañosa apariencia me acuerdo de ese poema tan breve e impactante que leí con 12 años y me dejó sin palabras. Lo reproducía Louis o Claudia, no me acuerdo, en "Entrevista con el Vampiro". Creo que era de Lord Byron pero no he logrado encontrarlo:

Cubridla, me deslumbra
Ha muerto joven

Un poema no es mátemáticas. No basta con hacer que A rime con B, aunque puede ser un comienzo... Es algo distinto, hay que poseer una destreza especial para seleccionar determinadas palabras que posean la capacidad de condensar en ellas mismas millones de emociones y sensaciones, y unidas al resto del conjunto del verso crean un "algo" que es inigualable. En la poesía no basta con el armazón o el caparazón, hay que adentrarse en la carne.
El profesor de "El Club de los Poetas Muertos" les hace arrancar a sus alumnos una introducción a la poesía que pretende comparar el valor de un poema con una simple ecuación matemática. ¡Así es!
La poesía es difícil, inaprensible y completamente subjetiva. Su valor depende del que escribe y del que lee y de lo que se crea entre los dos en ese momento. Pero también depende de otra cosa que no sé qué es, por eso me contento con mirar cómo lo hacen los maestros y a veces juego a emularlos sin tomarme jamás en serio los resultados.
Y he aquí mi último gran descubrimiento, José Hierro. Un poeta al que no sé cómo no he podido conocer antes, porque cuando lo leo me parece que somos hermanos. Sus palabras son palabras que condensan sentimientos y emociones que yo también he vivido y cuando él las pronuncia es como si también lo hiciera por mí.
Ese es el arte de la poesía. El poder de evocación, de transformación, de hermanamiento entre almas que ni siquiera se conocen (¿o sí se conocen?)


Luz de tarde

Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo este espacio,
tornar a este instante.
Me da pena soñarme rompiendo mis alas
contra muros que se alzan e impiden que pueda volver a encontrarme.

Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres
la apariencia tranquila del aire,
esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,
el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,
ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos,
cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase...

Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas, guardar estas cosas.
Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme,
poblando otra tarde como ésta de ramas que guarde en mi alma,
aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver otra vez a soñarse.


De "Alegría" 1947

PD. Y el puñetero tránsito de Neptuno sólo acaba de empezar, que los dioses me pillen confesada. (Para curiosear: A media voz)

viernes, 5 de marzo de 2010

Yo jamás lo habría dicho mejor!

Respeto las ideas de todo el mundo pero a veces no me queda más remedio que descojonarme frente a la tele cuando escucho a ciertos individuos con sus "ejemplares ejemplos" para acabar con la crisis... eso es solidaridad y sentido social y lo demás son gilipolleces.

Irónicamente cierto...

(Gracias Escolar porque existes)

domingo, 21 de febrero de 2010

La estela del tiempo

La foto no es más que un borrón oscuro. La primera impresión es la de una sombra que corre... Sólo cuando te fijas detenidamente en ella empiezas a identificar elementos en ella.
El cielo teñido de rosas y púrpuras al atardecer. La línea oscura de las montañas recortando el horizonte. La ciudad a sus pies.
De ahí puedes deducir que la sombra veloz que parece escabullirse no es más que un árbol al pie de la carretera.
La foto la hice hace más de un año. Iba en el coche con mi madre y mi hermana, por una carreterilla que atraviesa una zona indeterminada mitad campo y ciudad. Había hecho tanto frío que las montañas estaban nevadas. Dio la casualidad que llevaba mi vieja camarilla encima e intenté captar los picos glaseados de las montañas... no podía disparar el flash porque el plano estaba demasiado lejos, así que los resultados de aquellas fotos fueron bastante pobres. Desenfocadas, oscuras y desencuadradas.
Lo bueno de las fotos digitales es que pueden pasar el resto de su vida acumulando polvo en el disco duro del portátil sin molestar. No llegué a borrarlas. Me gustaba el tono del cielo (y me cuesta horrores borrar fotos, la verdad sea dicha). Nunca se sabe. Un día de pronto las ojeo y encuentro cosas en ellas que no había visto antes.
Y cada vez que miro estas fotos más pinceladas encuentro en ellas, como si escondieran algún mensaje. Esa melancolía del atardecer cuando el día declina y la intensidad de los colores se debilita. Cómo se funden unos colores en otros en un viaje progresivo hacia la negrura de la noche. Los faros encendidos de los coches, como los ojos nerviosos de los viajeros que se apresuran en la oscuridad, cuando el sol es desterrado del cielo. El asfalto oscuro y el perfil borroso de las cosas. La única luz, la única claridad, proviene de un cielo limpio y despejado que parece inmutable y sereno frente a la confusión e insignificancia de las cosas mundanas.

Cuanto más veo la primera foto, tan confusa y borrosa, más veo en ella (metafóricamente hablando), al señor Chronos corriendo, escabulléndose de miradas humanas, lejos de la ciudad. Diciendo "nunca me podrás atrapar" :)