lunes, 26 de julio de 2010

contéstame, ¿para qué sirve una hormiga?

Ayer pisé una hormiga sin querer -ahora las hay por doquier-. Cuando me di cuenta estaba medio aplastada y luchaba inútilmente por moverse. Terminé de rematarla para no alargar lo inevitable. Pensé "me he cargado una hormiga". Y me planteé cuantas veces no habrá ocurrido que sin querer, y a veces hasta sin saberlo, vayas por ahí matando bichos, o matando algo, lo que sea que antes de toparse contigo estuviera vivo. Es una suerte no ser hormiga, porque tiene que ser una putada que te maten, pero más aún que ni siquiera se cosquen de que te han matado. Pensar en estas cosas es un poco estúpido, pero últimamente es en lo único en lo que puedo pensar. En lo injusta e incontrolable que son la vida y la muerte, o más bien, en lo injusto que es el estar sometidos al azar más puro y más simple. Sin saber por qué llegas aquí, vives unos años, -algunos más y otros menos- y también sin saber por qué se acaba tu tiempo y te largas. Y cuanto más lo pienso, más extraño me parece. Y no puedo evitar que el resto de las cosas pierdan casi toda su importancia, al menos casi todas las que no tienen que ver con la Vida con Mayúsculas. El lado perverso es que ahora, antes de hacer o decir cualquier cosa, siempre me planteo el por qué, y el para qué. Y si alguien me habla y no me motiva la conversación, o hago algo que carece de importancia, el tiempo invertido resulta una pérdida inútil e irrecuperable.
El lado maravilloso -que también lo hay- es que el tiempo es tan escaso que tenerlo es un milagro, una breve oportunidad de estar despierto y decir tu nombre al mundo antes de ser barrido por el viento. Por eso hay que esforzarse en que la vida sea maravillosa y mágica, porque si estamos despiertos, ya sea por error, por azar, por designio divino o por lo que sea, el único poder que tenemos como simples humanos, como simples hormigas que pueden ser aplastadas en cualquier momento sin que nadie se cosque, es el de la voluntad de crear algo hermoso para y por nosotros mismos antes del fin, y marcharnos al menos con una expresión serena en vez de con cara de idiotas.

El maldito turno de tarde me tuerce el humor.

3 comentarios:

  1. Por ese motivo creo que es más importante como vives que lo que te pueda deparar la muerte.

    ResponderEliminar
  2. En eso estoy totalmente de acuerdo. Por eso precisamente a veces una se siente tan jodida, cuando no vive a la altura sino más abajo.
    Y necesito lanzarme a la búsqueda de algo.
    ¡Y no siempre encuentro! :(
    Pero no me rindo :)
    (Todavía)

    ResponderEliminar
  3. a veces para llegar a algo hacen falta otras cosas antes :(

    ResponderEliminar