jueves, 17 de junio de 2010

Urano, ese dios lejano y grande, y yo.

Mis vacaciones se quedan ya sin combustible y en ellas no veo más que una triste cerilla a punto de apagarse. Pero lamentaciones las mínimas porque como una rueda que gira y gira, que hoy te toque estar arriba no significa que vayas a estar siempre ahí, ni tampoco que estés abajo significa que algún día no te vayas a levantar (y el que no se consuela es porque no quiere).

Harta de filosofías baratas que me sobran a raudales, y harta ya de estar harta de mí, como en todo periodo vacacional (como en todo periodo que supone una ruptura de la línea continua de la cotidianeidad) me he entregado a mis viejos vicios.

El formateo del disco duro ha sido óptimo, la recarga de pilas completa, y el llenar la maleta de nuevos proyectos que no cumpliré también (renovarse o morir, que dijo Voltaire). Aunque haya mandado las oposiciones al puto carajo (que era su destino final previsible hace más tiempo del que quisiera reconocer), por contra he centrado la mirilla de mi objetivo en Bellas Artes como mi nueva obsesión mental o flotador salvavidas al que asirse en medio del tempestuoso océano ártico. Si ahí no está el cofre del tesoro de mi existencia, honestamente, me rindo en esta búsqueda y me dejaré ahogar por las olas, o aplastar por un iceberg, o devorar por una foca... me es indiferente, aunque opto por el ahogamiento que es la opción más romántica.
(No he podido contenerme y buscar una imagen del Océano Ártico que sea tan lúgubre, sombría y gélida, a la par que extrañamente evocadora, como mi actual sentido del humor).

(crédito Doug Plummer)

Como un viejo que va perdiendo el oído, el olfato, el gusto, la vista y la sensibilidad, y se da cuenta que está a un paso del sueño eterno, así yo voy perdiendo el estímulo de los cinco sentidos, y para sentirla, la vida ha de ser cada vez más brillante, más intensa, más sonora y más notable para que la pueda ver, oír, oler, saborear o tocar. Puede ser un simple tránsito de Urano que me tiene bajo sus redes, y conste que me llevo bien él, me hace reír, levantar la ceja y afilar los lápices, pero no a todo el mundo le gustan sus efectos (ni soportarme a mí bajo ellos).

Eso me hace pensar en algo que me ha estado rondando la cabeza últimamente. Como ando desconectada del mundillo de las series y terminé Deadwood hace tiempo, he tenido que tirar de los clásicos para engancharme a una nueva. Reconozco que hay series que me echan para atrás solo por el título o la primera impresión, y "Sexo en Nueva York" era una de ellas. ¿Una serie donde cuatro chicas solteras, triunfadoras y treintañeras (en ese orden) cuentan sus aventuras amorosas en Manhattan? ehhmm, no. Sin embargo es una serie de la HBO, y casi todo lo que sale de la HBO me gusta, y no quiero juzgar algo sin haberlo probado, así que vamos a darle una oportunidad. Como ya voy por la segunda temporada creo que puedo decir sin temor a equivocarme que, aunque es una serie entretenida y que a veces tiene sus toques de ironía y de verdades acerca de las relaciones, no puedo evitar oler cierta pestecilla podrida en ella. Quizá sea mi incapacidad total para identificarme con alguno de los personajes, el ambiente, o el concepto que se destila en la serie sobre las relaciones humanas, lo que sé es que entre risita y risita se me queda una impresión de incertidumbre (quizá horror creciente y desconcertante), y me pregunto si lo que veo es una serie graciosa y exagerada, o un reflejo macabro de nuestro destino final, gente que intenta rellenar el vacío con ropa, viajes y objetos carísimos, colágeno, liftings o liposucciones, grandes dosis de fiestas, alcohol, cigarrillos y sexo con desconocidos de los que a veces ni se saben el nombre y, en definitiva, acción continua y persistente para desoír el inexorable avance del tiempo que te quema el culo y te obliga a echar a correr para no estar muerto. AHHHHHHHHHHHHHHHHHRRJJJ.

Definitivamente o estoy loca y debería pegarme un tiro por incapacidad a adaptarme a los tiempos modernos, o estoy loca y debería pegarme un tiro por poseer una mente trasnochada, o digo toda la verdad y debería pegarme un tiro igualmente porque nadie está de acuerdo conmigo. Pero es, de nuevo, ver la adaptación de los valores del capitalismo aplicadas a las relaciones humanas (máximo beneficio al mínimo coste, máximo placer con el mínimo sacrificio, quedarse en la corteza, no llegar al núcleo, ahorro, ahorro, ahorro, consumismo, etc etc). Todo esto me da escalofríos.

Independientemente de cuánta afinidad o aversión sienta yo por la serie, se está haciendo demasiado común encontrarme con gente que esperan que seas una Carrie, una Samantha, o cualquiera de las otras dos, sólo porque cumples el perfil de soltera, triunfadora (!?) y treintañera. Y no sólo se extrañan cuando no lo eres, sino que se molestan porque no lo eres, o porque no quieres serlo, y al final acabas preguntándote si no serías más feliz si te esforzaras un poco en dejar de ser como eres y ser como ellos quieren que seas. Y puede que sí, quién sabe, pero para eso primero tendría que dejar de ser como soy y someterme a una lobotomía. Quizá me lo plantee en un futuro si lo del arte no me funciona y no alcanzo mi camino a la felicidad.

Siempre he pensado que la ignorancia da la felicidad, pero por más que me empeñe nunca he logrado disfrutar de ese estado de ignorancia. Puede que no pensar y pasar de todo me diera la felicidad, pero the big dilema es que, en cuanto eres consciente de que tu felicidad se basa en una mentira o, más bien, en una verdad no afrontada, la duda de la infelicidad flota como un bolsa llena de avispas sobre tu cabeza y en cuanto se rompa, ya sabes lo que va a pasar. Y la idea de sufrir el ataque de cientos de aguijones no me deja descansar en paz. ¿Conclusión? algunos hemos nacido para ver las avispas dentro de la bolsa e imaginar qué pasaría si la bolsa reventara, en vez de simplemente, ver una puta bolsa llena de avispas y PUNTO.

Por suerte soy una cabezota y me gusta contradecirme a mí misma, así que confío en que llegará el día en que, simplemente, sobre mi cabeza no habrá bolsa de avispas sino... ¡de gominolas! (y el que no se consuela es porque no quiere bis)

Dado que Urano y yo ya hemos dicho todo lo que teníamos que decir, nos largamos a reirnos de nosotros mismos a cualquier otra parte. He dicho. (Hemos dicho).

miércoles, 16 de junio de 2010

Cuentos de hadas

Extraído de la introducción del libro "Cuentos de Hadas" de J.C. Cooper con alguna reordenación servicio de la casa.
Señor Cooper no pretendo robar sus derechos, pero hago mucho caso a lo que decían los romanos, que "el que escribe lee dos veces" y me gusta hacer zumo con los libros.
"Todos los hombres quieren atravesar experiencias peligrosas y enfrentarse a pruebas excepcionales que les sugieran su camino al otro mundo. Todas estas experiencias pueden tenerlas en su mundo imaginativo oyendo o leyendo cuentos de hadas. (Mircea Eliade)"

LOS CUENTOS DE HADAS
Los cuentos de hadas están extendidos por todo el mundo con sorprendente uniformidad. Hoy día son un tema de estudio antropológico, psicológico y metafísico, y el hecho de que siempre se les haya considerado algo más importante y profundo que una simple diversión lo demuestran las prohibiciones que rodeaban su transmisión oral y los tabúes mágico-religiosos a los que estaban vinculados. Tradicionalmente, el modo más seguro para contar cuentos de hadas era por la noche, junto al fuego del hogar, con las puertas y ventanas cerradas.
La popularidad de los cuentos de hadas y su aceptación en todas las regiones, culturas y épocas, demuestra que tienen mucho que enseñar no solo al niño sino también al adulto, según sus diferentes niveles de comprensión e interés.
Colecciones primitivas de cuentos
Los cuentos más antiguos provienen de Oriente. Entre ellos, los más conocidos son:
-Panchatantra (“Los Cinco Libros”) de origen hindú, es una colección de fábulas escritas en sánscrito de origen desconocido, que llegaron a Grecia tras las conquistas de Alejandro Magno. Eran usados para la educación de los jóvenes aristócratas hindúes.
-Jataka, leyendas budistas recopiladas aproximadamente hace 2000 años.
-Cuentos persas de “peris” y “djinns ”
-Cuentos del Antiguo Egipto, aparecidos alrededor del 1400 antes de Cristo .
-En Europa, la primera colección de cuentos en prosa aparece con la publicación de Straparo de sus Notti Piacevolli en Venecia en 1550. Se trataba de unos chistes, acertijos y cuentos, y entre ellos algunos cuentos de hadas. En 1637 Giambattista Basile publica su Pentamerone (Entretenimiento para Cinco Días), tras haber pasado años recorriendo Italia y recopilando cuentos.
De estas colecciones primitivas traducidas al francés entre 1560 y 1576, nacieron los famosos cuentos de Charles Perrault, los Contes de Fees, que inmortalizaron los cuentos de hadas en toda Europa. A esto le siguió el trabajo monumental de recopilación de los Hermanos Grimm en Alemania.
Aunque la obra de Perrault trivializó muchos de los cuentos dándoles un enfoque satírico o burlón y añadiéndoles con frecuencia moralejas (a veces ingenuas o inneceesarias), la presentación que hizo de los cuentos de hadas fue trascendental, pues despertó el interés del público e inspiró a otros escritores, folkloristas y antropólogos.
Temas recurrentes de los cuentos de hadas
Aunque universales y milenarios, sus temas de inspiración son pocos y tienen gran similutd entre sí en todo el mundo. Hay algunos argumentos casi idénticos y personajes básicos que aparecen tanto en el folklore tribal primitivo, como en las culturas campesinas, como en las cortes más sofisticadas.
Los cuentos de hadas tienen que ver tanto con el mundo natural como con el sobrenatural. Los héroes, heroínas o villanos, los reyes y reinas, hermanos, hermanas o madrastras actúan todos en el mundo natural y, aunque en la mayoría de los cuentos no traten específicamente de hadas, tanto ellas como sus oponentes están siempre en el trasfondo, dispuestos a entrar en acción auxiliando o molestando con medios sobrenaturales.
Los temas más recurrentes en los cuentos de hadas hablan del descenso del alma al mundo, sus experiencias en la vida, la inicación y la búsqueda de la unidad, y las pruebas y tribulaciones que la acecharán en su viaje por la Tierra.
Temas:
-El más frecuente y más conocido es el del Paraíso Perdido y Recuperado, cuyo ejemplo clásico es Cenicienta. Se trata de una desgracia inicial que, con el tiempo, concluye en una solución feliz.
-Cuentos en torno a un tabú, tales como hacer una pregunta prohibida o abrir una puerta vedada, a los que pertencen "Barba Azul" o "La doncella cisne". El antecedente de este tipo de cuento es el mito de Amor y Psique.
-La colaboración de un animal agradecido o el pájaro que habla y puede ejercer poderes mágicos, son cuentos asociado al mito del Paraíso. A veces estos animales otorgan su ayuda sin que medie una compensación o agradecimiento de por medio: simplemente utilizan sus poderes mágicos en beneficio del héroe o la heroína, como cuando el Gato con Botas eleva a su humilde amo al rango de marqués, y más tarde al de rey, o como cuando los pájaros de Cenicienta la alimentan e influyen para que tenga lugar su boda con el príncipe.
-La criatura que no tiene atractivo físico llamada a menudo "compañero repugnante" y que es generalmente una persona que sufre un maleficio del que se libera para volver a su condicion normal, ya sea por su valor, su generosidad, el cumplimiento de una promesa o, simplemente, por amor. Ejemplos: la Bella y la Bestia, El príncipe Encantado, Riquete el del Copete.
-Vuelos mágicos y la capacidad de algunas doncellas y algunas aves, casi siempre cisnes, para cambiar de apariencia. A veces la heroína está encantada bajo la apariencia de un pájaro, en otros casos desciende de hadas. En el cuento arquetípico ella se casa con un mortal que logra rescatarla y romper el hechizo quitándole su manto de plumas, aunque casi siempre vuelve a perderla cuando ella consigue recuperarlo y se marcha a un reino encantado. Para volver a conquistarla el mortal tiene que pasar pruebas y realizar trabajos a menudo imposibles (a este ciclo se vincula también el tema del “Poder de las Aguas”). Ejemplos: los Cisnes Salvajes, los Doce Hermanos o los Siete Cuervos.
Arquetipos y símbolos
Estos temas que, partiendo de antiguos mitos, sagas y leyendas, han llegado a los cuentos populares, contienen todas las características peculiares de la naturaleza arquetípica, es decir, expresan las principales imágenes y símbolos del hombre, un recurso para entenderse así mismo y al mundo que lo rodea. A través de estos patrones arquetípicos del mito, la saga, la leyenda y los cuentos de hadas, discurre un significado cósmico enraizado profundamente con la naturaleza humana.
La cualidad arquetípica y sus formas simbólicas hacen que los cuentos de hadas resulten de fácil comprensión para distintas edades, no solo en el ámbito cultural colectivo, sino también en el individual humano, mostrando su lado iluminado y su lado oscuro, su conflicto mental y emocional.
Diferencias entre mito, saga y cuento de hadas
Los mitos, sagas, leyendas y cuentos de hadas tiene diferencias básicas, si bien todos comparten la misma naturaleza arquetípica.
El mito pertenece a la raza y se integra con ella, atesora parcelas de su historia, pero se refiere, ante todo, a cosas del otro mundo: los dioses, los creadores, los seres divinos, los poderes sobrenaturales y los héroes culturales (su intencion es principalmente religiosa).
La saga, por el contrario, tiene sus raíces en lo histórico y lo aristocrático. a menudo es trágica, mientras que el verdadero cuento de hadas debe tener un final feliz. (Los hermanos Grimm distinguían la saga como algo "histórico" y el cuento de hadas como algo "poético"). La diferencia básica es que la Saga y la leyenda pretende tener connotaciones históricas, y lo sobrenatural, si figura en ellas, tiene una consideración secundaria, mientras que en el cuento de hadas es lo primario, ya que se desenvuelve en un mundo de fantasía. Mientras que la saga se basa en lo racional, el cuento de hadas lo hace en lo irracional. Mientras que en la saga y en la leyenda el hombre se enfrenta con la naturaleza y con su propio género, en el reino de las hadas confluyen fuerzas sobrenaturales que son siempre una manifestación de algún poder que está más allá del mundo normal, y fuera del control del héroe o heroína. Aún cuando esta fuerza se manifiesta por medio de un acontecimiento normal, lleva siempre consigo un poder de lo mágico y de la transformación.
Al cuento de hadas no sólo lo distingue lo sobrenatural, sino la introdución de fuerzas ajenas al género humano, pertenecientes a un reino que está por encima o por debajo del suyo. Las hadas buenas están allí para ayudar a los afligidos que creen en ellas y las invocan. Las hadas malas, las brujas y los ogros tratan siempre de crear problemas y amenazan al héroe o la heroína, pero todos emplean la magia.
Mientras el mito es intelectual y la saga o la leyenda son narraciones de acción, el cuento de hadas es romántico y emotivo. Aunque procede del mito y la saga, presenta lo arquetípico de una forma más personal.
El cuento de hadas
El protagonista sin nombre
El mito y la saga pertenecen a la nación y son raciales y culturales, mientras que el cuento de hadas se refiere generalmente a una persona, a menudo sin nombre, que representa alguna cualidad con la que puede identificarse el individuo, y nos relata también acontecimientos que están dentro de la experiencia y de lo que puede comprender la gente corriente. En ellos hay reyes y reinas, príncipes y princesas, leñadores, soldados, campesinos... pero a pocos se les da un nombre personal pues, aunque se les llame "Blancanieves" o "la Bella Durmiente", se trata siempre de algo que los tipifica sin personalizar.
Dominio de lo sobrenatural y el proceso de transformación
Los cuentos de hadas no tienen elementos históricos, se desenvuelven en un mundo de magia y fantasía exento de las limitaciones temporales, algo propio a su naturaleza esencialmente sobrenatural y los poderes de transformación que describen. Los humanos, los animales, los pájaros, los peces y los insectos, todos tienen la capacidad de transformación, pueden cambiar su apariencia exterior sin perder su auténtica identidad individual. Incluso el sol, la luna, las estrellas, las aguas y los árboles pueden estar dotados de una vida sobrenatural. Por otro lado, las personas y las cosas pueden volverse inanimadas y convertirse en piedra por un sinfín de años para recuperar luego su apariencia normal y reanudar su vida, sin haber envejecido cuando se rompe el hechizo. Tampoco existe la muerte definitiva en el verdadero cuento de hadas. El héroe puede morir en la leyenda y en la saga, pero si se le da muerte en el cuento de hadas se le puede devolver la vida por medios sobrenaturales.
La necesidad de un final feliz
La caracterstica esencial del cuento de hadas es la necesidad de un final feliz. Las pocas excepciones a esta regla se dan en cuentos que, aunque tienen un elemento ligeramente sobrenatural, son de una naturaleza más afín a los cuentos infantiles educadores, con moralejas que contienen advertencias sobre la codicia, la envidia o el orgullo, tales como "Los Tres Golpes" y "El Pescador y su Esposa". Perrault en su "Caperucita Roja", también ignora la regla del final feliz, nuevamente se trata de un cuento folklórico con moraleja en lugar de un cuento de hadas.
En todos los cuentos de hadas verdaderos el espíritu del optimismo y el triunfo corre por ellos como un hilo dorado. Desde el principio se sabe que triunfará la buena voluntad y que, aunque haya fuerzas peligrosas o amenazadoras a las que enfrentarse o evitar, existen otros poderes cuya ayuda se puede invocar. Nunca se niega esta ayuda a los que confían en ellos y cumplen con sus condiciones. El héroe y la heroína terminarán por encontrarse, se casarán y vivirán felices por siempre jamás.
El paraíso perdido
Esta necesidad de unificiación final simbolizada por el Andrógino es la nostalgia del Paraíso, la Edad de Oro, un lugar y un tiempo en el que los hombres y los dioses podían encontrarse y comunicarse con toda naturalidad, cuando no había separación entre los dioses y los hombres, ni entre los hombres y los animales, así como entre cualesquiera de las manifestaciones vitales de toda la creación. Tampoco había separación entre lo sagrado y lo profano, tal como sucede en los cuentos de hadas donde coexiste lo natural con lo sobrenatural.
En el mito y en la religión, que tratan de un mundo ideal en íntimo contacto con lo divino, el alma busca el Reino Divino; en la leyenda y el cuento de hadas esta unión se manifiesta mediante el matrimonio feliz del héroe y la heroína.
El Paraíso Perdido (los poderes paradisíacos de la intercomunicación entre todos los seres vivos), se hace envidente en los numerosos casos de animales y pájaros que pueden hablar para guiar y ayudar a los humanos, tal como lo demuestran los clásicos cuentos sobre Cenicienta, con sus animales que colaboran y sus pájaros que informan para poder alcanzar un final feliz. El estado paradisíaco se encuentra también en cuentos donde, por ejemplo, los alimentos se consiguen sin necesidad de trabajar, donde el héroe dispone de una mesa que, cuando lo necesita, extiende por sí misma un mantel limpio con vajilla, buena comida y buen vino.
El desafío espiritual
Cuando se producen luchas contra los poderes adversos, el cuento de hadas presenta circunstancias en las que las personas se ven obligadas a enfrentarse a situaciones que las trasladan de su mundo personal al universal, para encontrarse en lo espiritual, es decir, proyectan a los protagonistas al reino de lo sobrenatural donde los acontecimientos y las posibilidades deben juzgarse siguiendo normas espirituales y éticas. Una de las funciones más importantes del cuento de hadas es hacer que el niño se identifique y se vea inmerso en experiencias y situaciones arquetípicas, tales como la diferencia entre lo bueno y lo malo, el valor y la cobardía, y el enfrentamiento entre nuestro ingenio y las fuerzas superiores. Esta identificación y participación ayuda a superar los sentimientos de aislamiento y soledad a los que el ser humano es tan proclive y, al lograrlo, hace que la persona se sienta parte de una totalidad mayor, mientras que el final feliz del cuento da la agradable sensación de ser la parte triunfal de todo el conjunto.
La Alquimia de los cuentos
Las influencias orientales introducidas a través de la Alquimia en los cuentos de hadas llegaron a Europa desde el Este y desde la península ibérica, a través de la cultura árabe, dejando su huella no solo en los ambientes cultos, sino también en los cuentos populares. Esta influencia le dio a los cuentos de hadas los símbolos del oro y la plata, del sol y la luna, del rey y la reina, y el concepto de la transmutación del metal básico en plata u oro que representa el viaje interior para encontrar la identidad propia y alcanzar la unidad última en el Andrógino. Los cuentos hindúes traducidos del Panchatantra también tienen en cuenta las doctrinas orientales del fatalismo y los designios inexorables del karma: las hadas profetizan y los animales anuncian acontecimientos que no pueden evitarse. Los acontecimientos seguirán su curso a través de la lucha entre lo bueno y lo malo, aunque se sabe de antemano que triunfará lo bueno.
Conclusión: el por qué de los cuentos de hadas
La fascinación que ejerce el cuento de hadas en todas las edades radica en que revela nuestra propia naturaleza interior con sus infinitas posibilidades espirituales, psíquicas y morales. Es la búsqueda del significado de la vida. El argumento gira en torno al héroe o la bella afligida que se enfrentan a poderes titánicos. Los sufrimientos, pruebas y tribulaciones son imprescindibles para la realización de la trama, la evolución de los individuos involucrados y la unificación final.