miércoles, 24 de noviembre de 2010

Curioseando

Tarde soporífera en las aulas de informática. Este profe es un artista -fotógrafo- pero como motivador de mentes ajenas todavía le queda. En el escritorio del ordenador leo el nombre de un archivo: "Nos da miedo pensar".

El ser humano teme al pensamiento más de lo que teme a cualquier otra cosa del mundo; más que la ruina, incluso más que la muerte.
El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y terrible. El pensamiento es despiadado con los privilegios, las instituciones establecidas y las costumbres cómodas; el pensamiento es anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la sabiduría del pasado.
Pero si el pensamiento ha de ser posesión de muchos, no el privilegio de unos cuantos, tenemos que habérnoslas con el miedo. Es el miedo el que detiene al ser humano, miedo de que sus creencias entrañables no vayan a resultar ilusiones, miedo de que las instituciones con las que vive no vayan a resultar dañinas, miedo de que ellos mismos no vayan a resultar menos dignos de respeto de lo que habían supuesto.
¿Va a pensar libremente el trabajador sobre la propiedad? Entonces, ¿qué será de nosotros, los ricos? ¿Van a pensar libremente los muchachos y las muchachas jóvenes sobre el sexo? Entonces, ¿qué será de la moralidad? ¿Van a pensar libremente los soldados sobre la guerra? Entonces, ¿qué será de la disciplina militar?
¡Fuera el pensamiento!
¡Volvamos a los fantasmas del prejuicio, no vayan a estar la propiedad, la moral y la guerra en peligro!
Es mejor que los seres humanos sean estúpidos, amorfos y tiránicos, antes de que sus pensamientos sean libres. Puesto que si sus pensamientos fueran libres, seguramente no pensarían como nosotros. Y este desastre debe evitarse a toda costa.
Así arguyen los enemigos del pensamiento en las profundidades inconscientes de sus almas. Y así actúan en las iglesias, escuelas y universidades.
Bertrand Russell: «Principios de Reconstrucción Social». Londres (1916)

Bueno, al final no malgasté del todo la tarde gracias al señor Russell (y al estudiante que dejó ahí colgado el archivo).

sábado, 6 de noviembre de 2010

Reflexiones paradisíacas

El gran debate hoy día acerca del arte, es el arte mismo. ¿Qué es arte? Hay quien dice que ya está todo inventado, el arte se ha liberado de sí mismo, de todo límite o concepto, arte ya no es "lo bello", puede ser cualquier cosa, una vaca hecha pedazos, un cubo de basura, un experimento anecdótico. Arte es lo que el artista decide que es.
El arte es la corriente de un río que varía de forma, estilo y concepción dependiendo del terreno histórico que le corresponde atravesar.
Sin embargo hay cosas que no cambian.
Desde el hombre del neolítico hasta el ciudadano de una gran polis griega en la era clásica, atravesando el tiempo a la velocidad de la luz hasta llegar a mí (masas y masas de seres humanos de realidades, mentalidades, civilizaciones y geografías muy diferentes, acumulándose en una gran pirámide) imaginad todos esos ojos tan distintos,  contemplando, sentados, una obra, y decidiendo, desde dentro, que es arte. Imaginad lo difícil que es poner de acuerdo a tanta gente, a la humanidad entera como especie. Y es algo tan simple que ha venido sucediendo todos los días desde que el mundo es mundo, que se repite constantemente sin caer, por ello, en lo reiterativo o en el vacío de significado. ¡Un simple atardecer!