jueves, 30 de septiembre de 2010

Escribir cerrando los ojos

La eterna pregunta, ¿qué estoy haciendo? Decidir. Hacer. Revisar. Pero entonces decir “para”, y solo mirar. Dedos inseguros cogiendo el lápiz como si fuera el día del juicio final. Es la historia de mi vida. Me pregunto si he fracasado. Luego llego a casa, pienso en lo que he hecho, no es tan malo. No es genial, pero no es malo, y me digo que se acabaron las genialidades por ahora. Solo quiero aprender. No soy una alumna, soy alguien explorando una senda.”Relájate”. No soy un genio, solo soy esto, que es lo poquito que tengo, lo poco que vale la pena entrenar para el futuro. Lo que me hace sentirme bien. Y lo demás, lo que no cumpla ese objetivo, a la mierda.
Tengo que subir muchas escaleras para llegar a clase, pelearme con el reloj, sentarme y lograr callar al Cancerbero para poder hablar yo. Todo es un gran suspiro que sale desde el pecho, con un leve toque de angustia. ¿Seré capaz? Entonces recuerdo que estoy aquí porque quise, porque lo elegí, porque soy libre, y porque es un viaje. Y no importa nada más. Con el tiempo sólo hablaré yo desde el principio y él se callará. Esto solo es una toma de contacto. Un montón de desafíos mentales, y cuando me acostumbre de nuevo a la sensación de ser desafiada, entonces no habrá más dudas ni fruncimiento de ceño, sino un alzamiento de la ceja derecha, sonrisa retorcida y frotar las manos de pura anticipación. Un trapecio sin red de seguridad. Paso a paso. No mires al suelo y no caerás. Sólo sigue, ¡adelante! En guardia y pelea, enseña los dientes, o mejor, cierra los ojos y déjate llevar. Aprende como se hace, joder, que para eso estamos aquí y ahora. Mañana solo es una idea. 

sábado, 25 de septiembre de 2010

Los toros odian a los políticos, yo los desprecio

Amigo toro: 
Yo quisiera escribirle esta tonta carta. Ya sé que usted no puede leer, quizá, al menos la lengua escrita, pero sé que puede leer a pesar de todo con el corazón, como hacen todos los animales. 
Es decepcionante que haya humanos, más propiamente humanos de la calaña política, que consideren apropiado desterrar las corridas de toros por considerarlas inapropiadas del género humano civilizado al que creen pertenecer, pero que se permiten defender sus derivados: las fiestas taurinas, corre-nose-qué, o como se llame, porque en ellas el animal, o sea tú, no muere (al menos no es el objetivo que te mueras aunque a veces sea el resultado) y en las corridas de toros sí. Según su criterio limitarse a colgar bolas de fuego de tus cuernos y quemarte los ojos con ellos, o medio ahorcarte con cuerdas, o apalearte por las calles, o provocarte dolorosas fracturas -pero eso sí, sin matarte- es digno de proteger, y propio de una sociedad civilizada.  De nuevo porque tú no mueres. Por supuesto. Claro. No sé en que estaba yo pensando. Mis amados políticos defienden su derecho a mantener tradiciones ancestrales del lugar, porque las tradiciones ancestrales foráneas como las corridas de toros resultaban demasiado bárbaras y denigrantes para ti, así pues alégrate, ellos se contentan con atormentarte y torturarte un poco, nada más. ¿Por qué no se lo agradeces con un mugido?
Estos señores políticos tan finos y honorables, tan luchadores por los valores civilizados con los que se les llena la boca, con todas esas creencias humanitarias, blablabla, tan sinceros, tan éticos, tan tradicionalistas... a ellos me gustaría lanzarles un estoque y pedirles por favor, que la próxima vez tengan la altura de ser sinceros. Si lo único que les interesaba era proteger su puñetero derecho a decidir cuáles son las fiestas tradicionales de la tierra y cuáles no, por muy controvertidas que puedan ser, que lo digan con todas las letras del abecedario. Sean ustedes lo bastante dignos, tengan la mínima vergüenza y nivel moral de no llenarse la puta boca con el manido discurso de la defensa de los derechos de los animales, cuando resulta evidente que les importan una mierda y solo estaban jugando a sus estúpidos juegos de "ismos". Preguntémosle si no al señor toro si le parece que sus derechos como animal están siendo respetados o no al ser paseado por las calles y atormentado por humanos.
Vosotros políticos dais asco. Si se trata de los toros, hablad de los toros, si se trata de los "ismos", hablad de los "ismos", tened huevos y no enmascareis vuestras estúpidas motivaciones con banderas de derechos, humanismos y éticas que os quedan demasiado grandes.
Ay dios, qué bajo hemos caído.
Que se defienda el derecho o no a las fiestas es otro asunto. En mi humilde opinión las tradiciones cambian conforme cambia el hombre. Antiguamente también era "tradición" aceptada matar y torturar por ley, ya fuera crucificando personas, condenando vagabundos a galeras o quemando brujas vivas en una hoguera y a la vista de todos. En el Antiguo Testamento -ese libro tan majo- también se dice que los ciegos y tullidos no podrán estar en la Asamblea de Dios -sea eso lo que sea- y que el marido hace bien en golpear a sus hijos y mujer asiduamente para enseñarles disciplina. Hoy todo esto nos parecen aberraciones pero antes eran realidades cotidianas y aceptadas. Evolucionamos. Creamos, firmamos y ratificamos una Declaración de los Derechos Humanos que nos protege de esta clase de actos bárbaros. De igual manera existen hoy día unos Derechos de los Animales reconocidos por esos mierdecillas de políticos que se erigen como nuestros representantes. La ley dice que los animales no pueden ser torturados. Se pongan como se pongan los que defienden este tipo de "tradiciones" festivas, deben aceptar que van contra la ley y que si quieren ser consecuentes con la sociedad en la que viven y los valores civilizados que supuestamente abanderan, esas fiestas deben desaparecer.
¿Quién es el hombre para maltratar una vida animal únicamente por pura diversión festiva? ¿por puro espectáculo? ¿es esa tal vez una demostración de nuestra "superioridad" en la escala evolutiva o una muestra de nuestra miseria y vanidad? ¿es nuestro derecho supremo hacer lo que queramos con el resto del planeta para vanagloriarnos de de nuestro dominio?
Señor toro yo le digo que si me dieran a elegir entre un falso político de traje y corbata, de sonrisa y corazón vacío, y usted, yo elijo su mirada fiera, su salvaje integridad y su resistencia a sucumbir a una masa informe de humanos que se sienten mejores creyendo domar una fuerza tan pura como la que representas. Yo prefiero admirar lo que es bello en su esencia de ser, libre y natural, sin domarlo, sin acribillarlo, sin pretender derrotarlo, ni controlarlo, ni someterlo a una turba de dementes. Y el hombre que vea algún sentido en eso, algún valor digno de conservar en pleno siglo XXI, es un gilipollas que nada sabe de la vida y vive encerrado entre las cuatro paredes de su pequeño, miserable, presuntuoso y estrecho cerebro humano. ¡HE DICHO!   

martes, 7 de septiembre de 2010

Quijotesca, ciega y sorda

Hoy quisiera cantar aquello de: 
"Sobre los techos del mundo, resuena mi bárbaro graznido"
"Puedo escribir los versos más tristes esta noche" 
"Dejamos encima del mar marchitarse la luna"
"Acodado al balcón miro insaciable el oleaje"
"Nadadora de noche, nadadora entre olas y tinieblas"
Cualquiera me valdría. Cualquiera podría valer, porque la poesía siempre encaja cuando estás del humor de la suela de un zapato. Sí, hoy me siento como la suela de un zapato. 
Quisiera ser la suela de una bota de montaña, llena de barro. Quisiera ser la suela de una bota de un trampero que viaja por antiguos caminos, o incluso, la suela del zapato de un payaso que va de feria en feria. La suela de un zapato de un peregrino, o la suela de un zapato de un errante vagabundo. ¿Pero por qué tengo que ser la suela de un zapato negro de oficinista? unos zapatos que han visto tan poco mundo, que han pisado sólo superficies sintéticas y se han ensuciado solo con basura manufacturada. 
Hoy me siento mal porque con estos ojos y estas orejas con las que nací, sólo veo y oigo bajezas, ruindades, mezquindades y mediocridades. Y a veces es un espectáculo muy triste, otras sólo lamentable, me hacen mirar las puntas de mis zapatos negros de oficinista y suspirar, añorando otra vida, otra vida descalza y llena de barro, donde las historias de los libros no fueran solo historias de los libros, y la gente no se excusara diciendo que "solo es una película". 
Me pregunto dónde está la grandeza. Dónde quedó la nobleza. Dónde se esconde la bondad, o el honor... ¿existe de verdad la épica? 
Quizá pueda arreglarlo con una simple operación, me cambiaré de ojos y de orejas.
Hoy comprendo al viejo Don Quijote; veo en su locura una elección tan honorable. Una cura contra esta infección tóxica de oficina.
Una voz me dice, tengo que encontrar la lealtad "más allá de". Esa lealtad  que está por encima de todo, de etiquetas, de clasificaciones, del orden natural o antinatural, del ahora, del mañana, de lo que existe o de lo que nunca existió o existe aún. De lo que importa o de lo que da igual. Simplemente ese sentimiento tan firme y resistente como el pilar de un templo, que no se degrada con estupideces ni gilipolleces, con mala baba, con envidias, con usura, con caprichos, ni con hipocresías, o falsedad. Que no necesita palabras, ni contratos, ni hechos, ni razón. Sólamente está ahí.
Mulder y Scully. Frodo y Sam. Thelma y Louis. House y Wilson. Neo y Trinity. Dufresne y Red. Gilgamesh y Enkidu. Paul Atreides y Chani, + Duncan Idaho o Gurney Halleck. Harry, Ron y Hermione. Joel Fleishman y Maggie O'Conell + Cicelly en general. 
No veas tantas películas. No leas tantos libros. No vivas una ficción. ¿Pero qué es ficción y qué realidad? Si se trata de elegir qué vida llevar, mis elecciones parecen inalcanzables al menos para esta vida, mis conquistas paupérrimas, mis victorias, pírricas. Hoy, como diría el Último: "el mundo no es más que una piedra redonda". 
La mierda se acumula.
Mitos. Todos esos mitos sobre almas más alla del tiempo, el espacio y las formas.
No debí haber nacido en un mundo tan prosaico. Yo debí haber nacido dentro de un mito y "ser" constantemente un bucle de tiempo, sin inicio, desarrollo ni fin, sólo ser. Esto de verse al final frente a la playa solitaria sin mucho más que decir, es tan gris. Yo esperaba mucho más de mí.

"Una vez hubo un sueño, tan frágil que temías  pronunciarlo en voz alta. Ese sueño era Roma". 
"Hermanos, lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad".

PD. Cuando muera, absténganse de colocarme los zapatos negros de oficina, me aprietan los dedos y me cortan la circulación.  Mejor, absténganse de cualquier cosa y déjenme en paz.