viernes, 17 de febrero de 2012

Corazón Trueno

Es una de esas pelis que he visto mogollón de veces y que hace que suelte el mando a distancia en esos raros días en que mi auto-programación televisiva se fastidia  (o sea, cuando se me jode el pendrive o cuando el vídeo no quiere leer el puñetero DVD, o hecatombes parecidas). Anoche la echaron por casualidad y volví a tragármela. Los paisajes desérticos de Dakota del Sur me hipnotizan, igual que el lustroso e interminable pelo largo de los pieles rojas. También que Ray, el agente del FBI con sangre Siux -pero renegada-, se enfrente a su sombra a regañadientes y acabe encontrándose así mismo empujado por los avispados ojos de un Hombre Medicina, que lee en él "como en la Guía de Páginas Amarillas", según palabras de Caballo-Cuervo. Caballo-Cuervo es el poli indio que me cae bien desde el principio, atravesando el desierto con su motocicleta y su pelo al viento, sin casco, (habrase visto, ¡un poli sin casco! las leyes en la reserva son más laxas) que saluda al FBI con un bonito corte de mangas, o con una multa, o con bromitas irónicas sobre su capacidad de leer huellas o escuchar el viento, y que acaba convirtiéndose en la bisagra que abre la puerta de la comprensión de Ray. Tiene desde el principio ese aire de tranqui que todos querríamos en nuestros compañeros de viaje (aunque para mí siempre será Leonard, el cocinero del Roselyn Cafe en Doctor en Alaska). 
A este mejunje de personajes le añadimos visiones y sueños, un destino por cumplir, una comunidad herida, el consabido "Los espíritus han hablado", y resulta un compendio exquisito que posee todo lo que tiene que tener una historia para conquistarme. La denuncia visual y brutal de las condiciones de vida en la reserva india y el dilema de la crisis de identidad que les impone el futuro. ¿Mantenerse en sus tradiciones e independencia en una reserva tercermundista o asimilarse al gobierno de Estados Unidos? 
"Es un pueblo vencido" dice Frank, el otro agente del FBI, el que representa al sistema, al Gobierno de Washington, al que le importa un pito la verdad del crimen que están investigando o la gente con nombres y apellidos. Él está allí para plantar un sello oficial en un expediente, ocultando un plan más grande para acabar con la organización de resistencia india y favorecer al grupo pro-gubernamental, que negocia con grandes empresas la concesión para explotar terrenos de la reserva repletas de Uranio (contaminando de paso los ríos y el ganado). 
Hay una auténtica guerra civil entre indios que luchan por organizarse y mantener su independencia, y los favorables a la asimilación con el gobierno de Estados Unidos. He ahí los viejos dilemas de la aculturación... o la culturación, o la transculturación... -la verdad es que no lo tengo muy claro- de los pueblos conquistados (aunque eso hoy día, en la era de la globalización en la que los pueblos se despojan de sus viejas vestiduras y tradiciones quedando reducidos a quién tiene la pasta y quien no, da un poco igual).
Supongo que por eso me gusta tanto la peli y me cae bien Ray, porque llega del otro lado, con sus gafas ray-ban y su rolex, con su autoconvencido distanciamiento oficial, con sus burlas al misticismo indio... y acaba dándole ostias a una panda de matones abusones, buscando la verdad tras la cortina de humo del FBI, teniendo un perro por copiloto, visiones espirituales que muchos indios quisieran para sí, y, sobretodo, implicándose de corazón en una lucha moral y humana hasta convertirse en Corazón Trueno. 
Cuando Frank le da a elegir (rifle en mano y dispuesto a usarlo) entre que ponga su firma al expediente oficial y tener lo que quiera en el FBI, o ser fiel a un puñado de pieles rojas y suicidarse, Ray le da la espalda y se aleja caminando entre los cañones desérticos de Dakota del Sur, esperando el tiro de gracia.     

Aunque la moral y la humanidad suelen perder la partida frente al poder -poder entendido así en abstracto- es un milagro digno de ver cuando el corazón del hombre truena como una tormenta frente a los crímenes, dando la espalda a la mentira, negándose a participar.
 
Nunca he entendido por qué esta película está tan infravalorada. Sólo le dan un 5,5 en Filmaffinitty y no es de esas que suelen incluir en las grandes listas. Quizás soy yo la que la sobrevalora, pero no puedo evitarlo. Sobre gustos no hay nada escrito, oyes. No sé, tiene algo.  Quizá el simple exotismo, siempre me puede, soy así de fácil.



Nota: El director rodó la peli tras rodar el documental "Incidente en Oglala" sobre el activista indio Leonard Peltier. La peli se inspira en estos hechos.

http://es.wikipedia.org/wiki/Leonard_Peltier
 

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