viernes, 27 de mayo de 2011

El Sol de Primavera entró por la Puerta

Seguimos como en los tiempos del turnismo de Cánovas y Sagasta. La política está seca, todos lo estamos, incapaces de salir de un esquema que no parece dar más de sí. De todas maneras lo entiendo. Siempre se teme a lo desconocido. Sólo cuando lo conocido, trillado, y mil veces andado agota todos sus cartuchos y nos conduce a la indignación y al hartazgo, empezamos a preguntarnos si realmente es la única posibilidad, la única solución viable...  
Ahora que parece que algo ha comenzado, que algunos hablan en un idioma nuevo, desconocido, lleno de potencial... han conseguido que algo muy pequeño, muy frágil, pero al mismo tiempo imparable se haya instalado entre nosotros.  (Un sueño, una idea). Empezamos a abrir los ojos y a mirar alrededor, buscándole un sentido, un significado, una vía alternativa llena de vitalidad. 
No es cuestión de tirar la toalla y lamentarse, porque los cambios reales han de venir precedidos de un cambio de conciencia, y ese cambio sólo acaba de empezar. El debate debe comenzar.
¿Dónde están los límites? ¿por qué? ¿quién los pone? ¿por qué? ¿a quién beneficia y a quién perjudica? ¿por qué? ¿por qué tiene que ser así y  no puede ser de otra manera? ¿quién elije?  ¿quién se deja elegir? ¿quién queda excluido? ¿por qué? a cada respuesta, le sigue un por qué, y sólo cuando todos los porqués tengan sentido podremos considerarnos respondidos y satisfechos.

Mantengo un estado idiótico desde hace unas semanas. He soldado hierro en clase de escultura, he presentado algunos trabajos en clase, he tapeado en un bar, justo cuando una marea de gente pasaba ante mí al grito de: "no nos mires, únete", he pagado y les he seguido, y he mirado como tras de mí muchos hacían lo mismo.
Todo esto da qué pensar. Pero ahora estoy espesa. Simplemente invito a reflexionar. Invito a no dejarse llevar por nada ni por nadie. Te invito a elegir con plena conciencia y a reflexionar en qué estás eligiendo y por qué. Quizá acabemos en el mismo lugar de siempre, o quizá, por una vez, no.

Los astros ya lo avisaron. Esta es mi visión y mi idea, hay muchas otras. Como mi espíritu de lucha es nulo y no puedo contribuir con con el entusiasmo y el valor de un héroe en ninguna plaza (porque soy más Bilbo que Frodo, y cero Aragorn, pero sí tengo grandes dosis de Sam Gamyi, y me gustaría creer que algunas pinceladas de Gandalf, aunque me deprima ver mis debilidades humanas tipo Boromir), quise contribuir con lo único que a veces creo que me sale bien. Escribir.

(Dedicado a Democracia Real Ya. Escrito el Domingo 22 de Mayo, antes de irme a votar). 
 
PD. No criminalizo la riqueza. No sacralizo la pobreza. No creo en los números, ni en los conceptos abstractos, extraños, alejados de la realidad  "real"  y que son tan hábiles anestesiando las conciencias y abotargando las ideas, y enterrando más hondo ese divino tesoro -tan escaso- que es la capacidad de autocrítica. Creo en la gente. Creo en el individuo. Creo en sus derechos y en sus deberes. Creo en el compromiso. Creo en aquello que dijo Martin Luther King: "si no sabemos vivir juntos como hermanos, moriremos juntos como idiotas". Creo que si un gran porcentaje de esa gente y de esos individuos se sienten apesadumbrados e incapaces de tener un proyecto de vida, porque la realidad que les toca vivir les sofoca, les aprisiona, les impide ser libres... es que algo está fallando, y creo que tienen el derecho legítimo a promover un cambio, hasta que la gran mayoría de la humanidad sienta que su camino a la felicidad no es una vía muerta. La historia es un ejemplo continuo de que "nada dura eternamente" y que, como dijo Voltaire y demostró Darwin, es hora de "Renovarse o morir".    
*****

La gente fue ocupando la plaza poco a poco. Comenzó como un pequeño río en primavera, discurriendo suavemente por las calles, convergiendo en las plazas. Fue acumulándose lentamente, llamando la atención de sorprendidos viandantes. Fue alimentando sus consciencias, refrescando sus corazones; otros se fueron uniendo, alimentando el río con innumerables afluentes hasta que se fue haciendo más fuerte, más caudaloso, y su fresca y alegre música de aguas cantarinas se dejó escuchar en la distancia, alegrando el espíritu de hombres y mujeres.
Fue como un sueño ponzoñoso que se desvanece y libera al soñador para que despierte. Como si la luz del sol tocara por primera vez el monte, la plaza, los párpados del durmiente e iluminara rincones, corazones y esperanzas que llevaban años (décadas) bajo la dictadura de una fría penumbra, en el baúl del olvido, oculta en el más oscuro de los sótanos.
Alguien, algo, quizá era el momento... en realidad no importa. Sucedió que prendió la mecha en las conciencias, en las voces tantos años apagadas, subyugadas por el peso plomizo de rascacielos gigantescos que recortaban el horizonte y ocultaban su belleza sin límites, privando al mundo del sentimiento de lo infinito. Rascacielos tan altos que al alzar la mirada convergían en lo alto y taponaban el sol.
Sucedió que año tras año el cielo fue quedando más lejos, el sol más pálido, los muros más altos, las puertas cerradas a cal y a canto. Barrotes en las ventanas. La gente se sentía enjaulada en sus propias casas; casas que ya no sentían como propias, vidas que se sentían como ajenas, calles que terminaban en callejones sin salida. Caminaban cabizbajos, resignados, sintiéndose presos, sintiéndose mudos, temblando de frío, temblando de miedo, sin ver salidas ni escapatorias, salvo el seguir caminando en círculos. Cada vez más hambrientos y desolados mientras la ropa se hacía harapos. El espíritu ajado y polvoriento que ve cómo la ilusión en el futuro se escurre por las alcantarillas. Atrapados por las sombras gigantescas de rascacielos interminables y conceptos arbitrarios, desconocidos, engañosos, que dictaban el futuro de sus vidas, rascacielos desde los cuales pretendían hacerles olvidar que eran individuos con nombres y apellidos, pasado, presente y futuro, con problemas reales aquí y ahora; pretendían inculcarles que eran masa, una masa informe sin identidad que se debía entregar a un destino más grande, a un orden superior que lo abarcaba todo, que lo creaba todo, juez último y dios supremo. El deber de todos y cada uno es servir a ese orden omnipotente y omnisciente, aceptando su dictamen, sus crueldades, sus caprichos. Y este orden superior era el Mercado. Nadie puede escapar al Mercado. Porque el Mercado lo rige todo, es una apisonadora que todo lo arrastra, el Mercado es la barca en la que vamos todos y si se hunde, nos ahogamos. No sirve de nada luchar contra él. Acabar con el mercado, es acabar con nosotros mismos. Acepta. Es lo que hay.
Eso decían. Y todos lo creímos.
Por eso aceptamos y nos resignamos. Por eso guardamos silencio y no dijimos nada.
En los tiempos de esplendor cuando el Mercado estaba en alza, cuando se hicieron fortunas multimillonarias y engordaron los bolsillos de unos pocos con la fiebre del ladrillo y de la bolsa, la masa cabizbaja aceptó su gris destino “por el bien superior”, aunque no obtuviera de los beneficios macroeconómicos ni una sola tajada, aunque viera cómo el precio de sus viviendas, un bien considerado derecho de primera necesidad, se elevara a cifras imposibles a causa de la especulación, aunque viera que sus puestos de trabajo se abarataban, enflaquecían, se tambaleaban bajo el terremoto de la temporalidad, la inestabilidad y el despido. Aceptaron sumisamente estas condiciones paupérrimas “por el bien superior” del que hablaban desde los radiantes rascacielos, porque todos nos debemos al buen funcionamiento del Mercado, porque es necesario sacrificarnos por su futuro... aunque abajo en las calles hubieran dejado de atisbar el suyo, de presentirlo, de escucharlo... como si su futuro hubiera muerto antes de nacer. El hijo estaba muerto y lo enterraron sin llantos ni dolor. No había tiempo para eso.
El Mercado seguía creciendo con sus brillantes numeritos, significaran lo que significaran, con sus impúdicos lemas -máximo beneficio al mínimo coste, aunque sea humano-, mientras que para otros lo único que crecía era el volumen de su hipoteca (cuando todavía se concedían hipotecas), y los años condenados a pagarla. Toda una vida atando sus destinos a la severa, mecánica y autómata mano de los bancos, representantes del gran ente llamado Mercado.
Y pasó que de golpe (o eso dijeron desde los rascacielos) el Mercado enfermó por un veneno tóxico y cayó de rodillas. El Mercado estaba muy debilitado, vulnerable, quebradizo, y era necesario inyectarle antibióticos para que superara este bache, antibióticos que los cabizbajos de la calle tuvieron que pagar con sus impuestos y sus sueldos mileuristas de trabajos temporales (los que aún conservaban trabajo).
Y siempre por el bien superior del Mercado, porque se repusiese de la toxicidad que había ido acumulando con el paso de los años, se dijo que todos debíamos entregar lo mejor de nosotros mismos sin rechistar, rezando noche y día porque el Mercado sobreviviera a esta dura crisis. Algunos países de los alrededores quebraban, se hundían, sus sociedades se perdían a la deriva viendo cómo sus naciones se entregaban sin remedio al rescate ajeno, hipotecando su futuro a las sombras. Mientras, otras naciones en la cuerda floja rezaban porque agencias privadas de siglas extrañas no les suspendieran el examen y los hundieran en un pozo oscuro, expulsándoles del sacrosanto Mercado con el que tanto sudor les cuesta mantenerse.
Mientras tanto, otros en los pisos altos de los rascacielos, los mismos que habían alimentado al Mercado con el veneno tóxico de la especulación y la ficción engañosa del beneficio fácil y rápido, llevándolo por caminos equivocados mientras engordaban sus bolsillos y se desentendían del destino de la humanidad que habría de sufrir el desfallecimiento del Mercado; esos mismos para los que el mundo solo son cifras y números, se repartieron sus primas multimillonarias y se prepararon para retirarse unos años a la sombra, viviendo de lo que habían ganado con sus infectas estrategias y especulaciones; y soportar, como mucho, unas vacaciones algo menos suntuosas que las de años anteriores.
Les dio igual que el mundo sangrara, porque ellos no iban a sangrar. Pidieron a la masa que se sacrificara por un bien superior (su bien superior), el dios Mercado Global, mientras ellos sólo se deben así mismos, a sus paraísos fiscales, a sus carteras llenas de billetes.
Nos despojaron de todo. Su más terrible hazaña fue habernos despojado de sueños, esperanzas y futuro. Nos convirtieron en sombras asustadas del mañana, de un mañana que ya no existe para nosotros porque no hay luz que lo ilumine, estamos ciegos, avanzamos a tientas.
Sin embargo, ya no hay nada que temer. Las vendas cayeron. Los rascacielos han perdido su brillo, su lustre, su sabiduría oracular a la que todos nos entregamos por el bien común. Ya no hay luces resplandecientes en el parqué de la bolsa, ya no hay nada que nos engañe de la verdadera visión, no son más que moles de cemento de un gris cenizo. Aislamiento, barreras, paredes que taponan la calle. Los políticos gritan desde las tribunas, se desgañitan alzando la voz intentando hacerse oír, pero ya nadie les escucha, porque las vendas han caído y nada nos engaña de la verdadera visión: solo son marionetas cuyos hilos mueven desde lo alto, retroalimentándose mutuamente en un circuito cerrado. No han sabido hacer frente a las depravaciones del Mercado, más bien les abrieron las puertas, les allanaron el camino haciéndonos creer que ése era el único camino posible, ahogando la sed de luchar y cambiar. Políticos convertidos en los voceros del Capital, de un Capital que nada debe a tu país ni al mío, que no se compromete con nada ni con nadie salvo con el dinero, que no sabe que existes ni le preocupa, que jamás se comprometerá contigo ni conmigo, que jamás nos tratará como individuos con nombres y apellidos sino como cifras, estadística; que no sabe cuánto cuesta un café en un bar, ni lo que te cuesta a ti pagarlo cobrando cinco euros la hora (si es que cobras), que no sabe ni le importa que tu sueldo, si es que lo tienes, no llega ni a los mil euros, que vives con una mano de acero apretándote la garganta, que careces de un proyecto de vida porque tu futuro es un feto muerto. Políticos que proclaman la necesidad de austeridad, de retirar subsidios para sanear el Estado, de alargar la edad de jubilación, todo por el bien de un Mercado que ha de sobrevivir, aunque los ciudadanos, las personas de a pie sin grandes salarios, sin influencias en ninguna parte a las que aferrarse para sobrevivir, “sin importancia”, se conviertan en carne de cañón y caigan como moscas en el proceso, dejando un reguero de víctimas anónimas (una masa aplastada que a nadie le importa porque no son nada, ni nadie, sólo las víctimas propiciatorias sacrificadas a los dioses para que estos no la paguen con los que quedan vivos, temerosos de ser los siguientes en caer).
Pero las vendas cayeron y nada nos engaña de la verdadera visión. Ni los políticos, ni sus hijos, ni sus familias y amigos, dependerán jamás de un miserable subsidio de desempleo de larga duración de 400 euros para sobrevivir, ellos jamás se echarán a llorar porque no tienen cómo acabar el mes, cómo alimentar a sus hijos, cómo saldar sus deudas. Tienen coches y viviendas oficiales costeados por todos nosotros que los llevan y los traen aislándolos de la plomiza realidad de las calles. Se retiran a la edad que desean, con una pensión pagada por todos nosotros que ni tú ni yo soñaríamos poseer jamás. Porque ellos viven a la sombra protectora de un rascacielos, su futuro es una escalera que conduce al cielo, escaleras que tú y yo nunca veremos.
Contemplan estupefactos las plazas, el río humano brillante de agua y esperanza, el río que se abre camino buscando el horizonte sin límites y el cielo abierto que perdieron hace muchos años, el claro entre las nubes que les devuelva la fe en el futuro.
Y es ahora, cuando las vendas han caído y nada nos engaña de la verdadera visión, cuando nos sorprendemos a nosotros mismos, como individuos con nombres y apellidos y sin importancia en el destino global (eso nos han querido hacer creer), de haber soportado esta miseria, viviendo sometidos a una ficción nebulosa, al humo engañoso de un ente invisible llamado Mercado que nos ha despojado de todo con nuestro permiso y aceptación. Y es ahora, que descubierta la gran ficción, nos restregamos los ojos, fruncimos el ceño, y ocupamos el lugar que siempre nos correspondió: la plaza, que es nuestra, y abierta a todos. Porque no somos una masa informe sin destino ni conciencia, porque somos personas con derechos inalienables, indignados, dispuestos a recuperar la voz perdida, la dignidad pisoteada, el futuro recién concebido. Como individuos y como sociedad nadie puede arrebatarnos el derecho a luchar por nuestro destino individual y común. Reivindiquemos nuestro derecho a firmar con nuestro nombre y nuestros apellidos. No somos parte de una masa informe condenada a los designios de un ente invisible sin rostro, somos seres humanos, somos la humanidad.

Iremos a votar, y votaremos sangre nueva, sangre lejos de los tronos de piedra, que luche por nosotros, que no se haya vendido a las glorias del poder. Y si no existen todavía, los reinventaremos. Somos nosotros los que decidimos si son merecedores de representarnos. Si hay que cambiar el sistema, se cambia, porque no hay nada inamovible en un Estado de derecho cuya soberanía reside en manos del pueblo, y es el pueblo el que decide su futuro.

Salga quien salga no nos rendiremos. Rendirnos es lo que hemos hecho en las últimas décadas. Nuestra rendición es la que ha alargado los barrotes de nuestra jaula hasta una altura que ya no conseguimos divisar. Confía que si no es hoy, es mañana, o quizá pasado. Sigue luchando. No te rindas. No les escuches cuando digan "no hay nada que hacer, este es el único camino, acepta los límites". Tú elijes, tú pones los límites (por ti, por mí, por nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos).  

Hoy, cuando parece que ya no existen valores ni ideales salvo el dinero, es la hora de recordar aquello por lo que lucharon nuestros abuelos y abuelas, nuestros antepasados y nuestros ancestros siglos atrás, esa dignidad que tanto costó colocar en primer lugar, por encima de todo y de todos, más allá de cualquier interés o beneficio:

Artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos:

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. 

6 comentarios:

  1. La política de los políticos es el engaño de hacerte creer que te están haciendo un favor. Vote a quien se vote siempre saldran los mismos. El sistema político debería que cambiar radicalmente y solo creo que hay una opción para eso. Que la gente aprenda a organizarse por si misma, la única solución posible está en el propio pueblo.

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  2. Estoy de acuerdo contigo. El hecho de que nuestro sistema electoral favorezca el bipartidismo ha empobrecido nuestra democracia (ya de por sí pobre, y si no, lee este magnífico post que está circulando por todas partes: http://elporquedeunamosca.blogspot.com/2011/05/por-que-no-hay-una-democracia-real-en.html) con PPPSOE anquilosados en el poder, se ha creado una auténtica "clase" política, gente que nace, vive y muere en los escaños y peldaños, y a veces, cuando estudias el árbol genealógico de muchos políticos casi podría decirse que forman clanes y tribus desde hace varias generaciones. El poder siempre tiende a perpetuarse así mismo. No existe la posibilidad REAL de cambio, y eso siempre queda patente en momentos críticos como el que estamos viviendo. PPPSOSE nos han ofrecido el mismo jarabe recetado por unos médicos a los que los pueblos siempre les ha importado una mierda. Personalmente fui a votar, y voté a un partido minoritario. Si valió la pena no lo sé, tras pasarme varios días leyendo artículos (de los cuales el que terminó de convencerme fue este: http://lalibretaenblanco.wordpress.com/2011/03/04/abstenciones-votos-blancos-y-votos-nulos-nolesvotes/) consideré que votar a un partido minoritario era lo que más perjudicaba a los mayoritarios. Sin embargo, salta a la vista que una reforma de la Ley Electoral será un acto valiente que tardará mucho tiempo en suceder. Por otra parte no me engaño, es cierto que todos nos estamos descargando sobre los políticos, que se han mostrado tan ineptos, inútiles y colaboradores con un capitalismo depravado e inhumano, pero ellos sólo son la punta del iceberg. Y aún con esta sensación de no saber muy bien cómo lograr sacar adelante estos sueños tan frágiles de cambio, de "otro mundo es posible", lo cierto es que hay que empezar por creérselo y por no rendirse. Cuando me vi rodeada de gente indignada gritando al unísono me di cuenta de que no estábamos tan solos como pensábamos. Saber es poder. Poder es querer. El resto, habrá que ganárselo :)

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  3. Ese primer enlace me ha gustado, me lo guardaré bien. Sinceramente la diferencia abstención, voto en blanco o votar a partidos minoritarios no lo tengo tan claro. Para mi el problema es la existencia de ideologías políticas y de partidos. De entrada eso de llamar a unos progresistas y a otros conservadores me parece una cortina de humo, todos están cortados por el mismo patrón bancario.Ningún sistema es perfecto pero creo que sería muchísimo mejor una elección directa de los candidatos, sin partidos, y la toma de decisiones por referéndums. Pero ya se que sería soñar demasiado :) sobretodo porque la sociedad también debería aprender a informarse.

    Al fin y al cabo, quienes tienen un poder más real, es el cuarto de ellos, el financiero. Ni legislátivo, ni ejecutivo, ni judicial.

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  4. Yo voté al único partido que ha suscrito el manifiesto de Democracia Real Ya. Puede que no tenga sentido, ya que hasta que no se produzca una reforma de la ley electoral jamás va a cambiar nada en el reparto de poderes, pero no quería que los "grandes" engordaran con mi voto (o ausencia de él), porque el sistema está listo para favorecerlos a ambos. Puede que no sea el mejor partido pero hasta que logremos (yo también soy soñadora) un modelo más democrático y real, me quedaré con los que suscriban el manifiesto (http://www.democraciarealya.es/?page_id=88) y se comprometan a cumplirlo. Mientras, creo que lo mejor es debatir, hablar y que toda la sociedad reflexione, a pesar de lo difícil que lo tenemos con estos maravillosos tertulianos que solo fijan su atención en asuntos secundarios, todo lo desvían a la misma cantinela PP-PSOE de siempre, qué cansino. Para ellos lo único que importa son las peleas de gallinero y de patio de colegio a las que tenemos que asistir diariamente en los telediarios. Es como hablar a la pared. Nadie dice que el partido más votado en las elecciones municipales fue la abstención; es decir, el hartazgo o la indiferencia más absoluta.
    Ains, me voy a la cama soñando que otro mundo es posible! :D

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  5. Quizás sea por excepticismo ante el circo de los partidos pero lo de que un partido político apoye el manifesto lo veo oportunismo.Más que palabras, ante cualquie partido prefiero ver los hechos.

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  6. Hay muchas opciones para cambiar las cosas, la mía ha sido votar al partido de mi ayuntamiento que prometía como medida de gobierno "democracia participativa y presupuestos participativos", y que además han suscrito el manifiesto (IU). Puede que sean solo palabras, lo cierto es que para que se transformen en hechos primero habrá que darles la oportunidad. En definitiva, los voté porque me parece legítimo que un partido político suscriba un manifiesto claramente apolítico si su objetivo es (iluso, en los tiempos que corren, desde luego :D) iniciar los cambios adecuados y necesarios para "apolitizar" el sistema, es decir, instalar medidas de democracia directa y participativa (como aboga el manifiesto). Por ahora me ha sorprendido que en Extremadura hayan decidido consultar a los votantes si prefieren que se alíen con el PSOE para gobernar o mantenerse en la oposición con pactos puntuales. Quizá en un futuro nos acostumbremos a eso, a que por una vez nuestros representantes nos pregunten qué coño queremos, en vez de darlo por hecho. Es un paso. Soñar es gratis. Les voté porque me pareció una manera de actuar de forma inmediata, de luchar contra esa sensación de "quiero hacer algo y no se cómo"; porque la verdad, a día de hoy, todo está sumido en una espesa neblina de incertidumbre. El futuro está por escribir. ¡Ojalá podamos decir que estamos en el comienzo de un gran cambio hacia una democracia real! :)

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