lunes, 24 de noviembre de 2014

¿La armada invencible?

Es cierto que después de ver Salvados y El Objetivo acabo de muy mala leche, pero, al mismo tiempo, surge una luz, llamémosle chispazo efímero en un negro abismo absorvente, al pensar que hay gente, profesionales, preparados, dispuestos para el despegue, listos para forzar cambios en este sistema político de mierda, antidemocrático y opaco que nos gobierna.  (Un pareado me ha salido entre mierda y gobierna, por qué será).
Lo que tengo muy claro, aunque me cueste una úlcera, aunque me digan que soy un coñazo, es que seguiré leyendo, viendo y escuchando en la medida de mis posibilidades (y mi adicción a la procastinación), porque eso de apagarlo todo para evitar cabreos y mala hostia, darse el lujo de vivir en los mundos de yupi ajeno al derrumbamiento de todas las instituciones públicas y la civilización (al menos una a la que no te de vergüenza pertenecer), es como seguir tocando el violín mientras el Titanic se hunde, sólo que quitándole todo componente poético a la escena... O sea, una manera muy gilipollas de ahogarse cuando podrías emplear ese tiempo maravilloso en buscar madera y construirte una balsa. 
(Sí, mis ídolos infantiles eran McGuiver e Indiana Jones, ergo, siempre hay recursos, siempre hay posibilidades, ¡prohibido rendirse!). 
Si no te cuestionas nada, si no aprendes la de cosas que se podrían cambiar, construir y desarrollar, si no buscas un modelo a seguir y por el que luchar, si te limitas a soltar vituperios y acusar a toda la peña de chorizos y maleantes y gritar a los cuatro vientos que no quieres saber nada de política ni de "chorradas" ¿quién va a conseguir que las cosas cambien? 
Hay que coger el timón y sacar el barco a flote, aunque acabemos siendo una tripulación llena de úlceras, mala hostia y vocabulario barriobajero a fuerza de tanto gritar, ¡vividores de mierda! ¡a currar a jornada partida por 800 euros te ponía yo!
 

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