Es increíble la de gente a tu alrededor a la que
puedes sorprender, repentinamente, llorando. Últimamente me pasa a
menudo, y es raro... Raro sentir cómo se hace añicos esa burbuja de
cristal en la que nos solemos aislar. Mostrarnos ante los demás -forzados por ese martillo imaginario que nos ha roto- tan
profundamente humanos. Y no sé por qué siento cierto alivio (luego
de todo el mal rollo por mi torpeza congénita en manejar la
situación). Será que esa breve y fugaz desnudez emocional me
demuestra que hay oxígeno en la atmósfera (todavía) Que estamos vivos (aún). Que
todavía podemos llorar y sentir... (no sé hasta cuando), aunque la vida a veces sea una
zorra. Aunque a veces quien llora no sea el espíritu santo y tenga
mucho que aprender y mejorar (y sabes que probablemente no lo hará nunca porque no le da la gana). Aunque quien escucha sea un poco lerda
para hacerle entender que lo importante es... ¡que estamos vivos y
somos humanos! (yo también tengo mucho que aprender y mejorar).
Todo esto suena cursi, pero es verdad. Ver documental Home para entenderlo un poco mejor.
Todo está conectado. Todo se acelera. Todo se va a ir a la mierda a no ser que se rompan más burbujas y se invoque a lo verdaderamente humano. Tenemos 10 años antes del inicio de la autodestrucción. Sé que perderemos la apuesta, pero quiero creer... quiero creer de verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario